[Dia 1][casa mila]Presentandome ante la primogenita malkavian[abierto]

bueno, mujer alegra esa cara, si alguna noche estas aburrida, y quieres jugar riku o yo estamos dispuestos a jugar contigo

el malkavian apunto su telefono de mobil en un papel y se lo entrgo a la chica

toma, llama cuando precises

Los ojos de la niña de cinco años se emocionaros cuando lo escuchó, y tendió sus manitas para coger el papel que Erik le tendía, con alegría.
-¿De verdad? ¡Oh, qué amables sois! Sí, sí. Os llamaré y jugaremos juntos, ¿a qué sí?-.


Mientras iba hablando daba botecitos en el asiento, totalemente alborotda.

el malkavian sonrio ante la emocion de la niña

si, por supuesto ya digo puedes llamarme cuando quieras, y no solo para jugar cualquier cosa, pegame un toque, y vendre.

La pequeña Mireille asintió con energía, totalmente descontrolada.
-¡Claro que sí! ¡Jugaremos mucho tiempo y habrá muchos malkavians con los que jugar! ¡Decenas! ¡¡Cientos de malkavians!!

Se echó a reír, pletórica de felicidad.
-Vamos a ser muchos, ¿a que sí? ¿A que vas a buscar a todos los malkavians de Barcelona para jugar? Y estaremos todos juntos, ¿verdad? Claro, claro. Tooodos los malkavians juntos.

Su risa continuó, alborozada, y se echó encima de Erik para abrazarlo.
-Millones de malkavians... -musitó, en un susurro feliz.

erik miro sorprendido la reaccion de la niña, no dejava de parecerle raro esa muestra de afecto.

bueno, si claro que habra muchisimos con los que jugar sin duda, y si supongo que los puedo buscar, intentare dar con todos

dijo el malkavian mirando por la ventana del coche

Mireille se separó, pero aun continuaba muy sonriente, y de vez en cuando, se le escapaba alguna risita.

El coche acabó llegando hasta el refugio del malkavian y se paró al aldo de la acera.
-Tienes que encontrarlos a todos,¿eh? -le recordó Mireille, antes de que Erik-Riku se bajase del coche.

el malkavian bajo del coche y cerro la puerta de este suvemente.

mientras abria la puerta de su edificio miro a la niña y le guiño un ojo con media sonrisa en el rostro

descuida, lo tendre en cuenta

Después de que el malkavian bajara y mientras el coche volvía a ponerse en marcha, se pegó a la ventanilla y pulsó el interruptor para bajarla.

Mientras el coche se alejaba sacó su cabecita y su mano por la ventana bajada y la agitó, despidiéndose.

El viento azotaba su pelo mientras ella sonreía, agitando la mano mientras desaparecía en la oscuridad y la distancia.