[Dia 9][Sala de la Niebla, celda] Depierta (Invitados)

Tras el intento de fuga. La noche anterior dejé a Alexia en su estado en la celda de la sala. Esta tenia mejores protecciones que la de mi, ya anterior casa. Al estar bajo tierra las ventanas no eran un problema. Pero la Brujah ya habia demostrado ser lo suficientemente fuerte para no fiearme. Mantengo a dos Gouls todo el tiempo a la puerta. Con esposas la he atado a una cama. No quiero que al despertarla vuelva a entrar en frenesi, bastante me ha costado ya capturarla.

La noche anterior llame a Melas informandole de que debia posponer la entrevista, y el habia pedido que accediera a venir hoy a la reunion.

Tambien comuniqué a Rabius mi imposibilidad de reunirme con el como me pedia en el mensaje, hoy queria habalr con el, confiando en que vendria a la reunion de azotes.

Ya todo esta listo, Alexia esta atada y he puesto pegado un tubo a modo de pajita en su boca para que solo tenga que chupar para reponer su sangre. en la garrafa hay sangre como para recuperar 5 o 6 puntos de sangre, uno de los cuales es mia.

La sala es de hormigon revestido de gris. En las paredes no hay nada, solo en el centro una mesa, dos silla y la cama en una esquina, ese es todo el moviliario de la sala.

Dentro coloco la garrafa y le pogo la punta del tubo en la boca a Alexia, la dejo pegada con cinta aislante. dejo caer una gota de mi sangre en su boca e inmediatamente salgo. la puerta es de seguridad. La sala se ve con una camara. Al salir me siento junto a mis hombres y miro la pantalla para ver como va la cosa.

¿Había despertado a alguna vez a alguien del letargo? Se preguntaba, mientras observaba la pantallita que mostraba la imagen de la celda y a Alexia totalmente inmóvil, en la misma posición en que la dejó tendida sobre el camastro.

¿Estaba funcionando? Volvió a preguntarse, al ver como el tiempo corría y no parecía suceder nada. ¿Lo había hecho bien? Se decía a sí mismo, mientras se levantaba. ¿Qué estaba fallando?

Comenzó a dudar si se quedaría allí por siempre, cuando alguien llegó corriendo. Un chico irrumpió corriendo. Era jóven, pero se le veía con ganas. Se inclinó hacia delante, apoyándose en las rodillas

- ¡Señor! ¡Señor! Acompáñeme ¡Deprisa! Tiene una llamada - dijo, el chico apresurado, entre jadeos


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