Mundo de tinieblas: camino hacia la seguridad. (parte dos)

Entre la lluvia que ya cesaba, una leve música clásica cantada en la estación del tren “Francia” se dejaba fluir con soltura majestuosa, pero en estas épocas modernas, pocos oídos estaban acostumbrados a los placeres antiguos de la vida… solo sonidos de celulares y risas tontas formaban la música de los jóvenes ahora.



Lithium ashes era una de las personas que disfrutaba en ese momento aquella música clásica elegantemente ejecutada.
A medida que sus pasos se desencadenaban sobre el pavimento de la estación en Barcelona, su aliento se volvía más frio.
EL hotel la esperaba con sus brazos cálidos extendidos, esperando poder contrarrestar el frio de aquella noche. El humo caliente del tren hiso un poco más ameno el ambiente. Cuando abandono la estación, Lithium se sintió por un momento como si estuviera en algún barrio judío, en donde los nazis hacían sentir a las personas aliviadas de poder caminar unos cuantos pasos sin antes ser fusilados. Le agradaba el ambiente nazi… quizás era la mescla de esoterismo y maldad que ellos portaban lo que se le hacía tan atractivo. Además de un toque de elegancia que jamás los alemanes abandonarían.
En la calle, cerca a la estación, un taxi corría a toda prisa.
Entre tanto el conductor enviado por aquel demonio rasgaba la velocidad para poder llegar a tiempo a la estación. Había tenido un retraso leve y eso le podía costar la vida. Sentía que esta era la carrera más importante de su vida, y probablemente la pasajera que llevaría sería la más significativa en lo que le quedaba de existencia.
Cuando llego a la estación francés noto que la ausencia de personas, al menos destacadas, era su condena.
¿Qué podía hacer ahora? Pensó en escapar apena recogiera las pocas cosas de valor que tenía en su antigua y humilde victoriana casa. No quería volver a ver al león rugir de nuevo. Solo deseaba ser una oveja pasiva por lo que le quedara de vida. Una vez retornaba a su casa se fijo en el espejo pequeño y empañado que tenía cerca, dentro de su taxi. Quería asegurarse que nadie lo estuviera siguiendo. No sería bueno tener un monstruo persiguiéndote en una carretera que se antojaba solitaria…
Vio una, dos, tres veces el espejo y noto que la carretera permanecía sola, el no haber recogido a la pasajera a tiempo en la estación del tren podría haber sido su último viaje como conductor profesional. Muchas preguntan chocaban de un lado para otro en su mente. ¿Quién era Lithium? ¿Porque la deseaba aquel misterioso ser? ¿Acaso era igual o peor que él? De ser afirmativa la respuesta para la última pregunta, probablemente haya sido un golpe de suerte el no haberla encontrado.
Volvió a ver el espejo pequeño y noto que había alguien en el asiento trasero del taxi…
Un corazón podrido y lleno de abismo yacía allí… ¡era aquel demonio que había apareció en la frágil seguridad de su refugio!
Veo que tus habilidades como conductor no han podido colmas mis expectativas –afirmo tranquilamente el hombre del saco negro. Pero había cierta mala intención en su forma de decirlo. Perfectamente aquel ser de ultratumba hubiera podido ser un buen nazi. Pero que digo ¡un formidable nazi! Su piel blanca, sus rasgos crueles… atractivos y elegantes. ¡Era todo lo que necesitaba!
¿Qué me ha vas a hacer? -pregunto lleno de pánico el conductor sin dejar de intercambiar su mirada entre lo que tenía en frente en la carretera y el cuerpo resaltado por la luz interior del taxi, la cual titilaba una y otra vez, yendo y viniendo…
Mientras la limosina se alejaba hacia la seguridad del hotel en uno de los lujosos e inspiradores sitios de Barcelona, otro chocaba violentamente en algún sitio de la ciudad…
La música clásica y el licor añejado la esperaban en el hotel.