[Dia 3] [Refugio comunal] La Cobra y la Sombra [Cristina y Marco]

Marco había hablado con el estúpido de su Ductus y como debía hacerse las cosas, era hora de hablar con la Sacerdotisa de su manada. Así que recorrió los pasillos del Refugio hasta llegar a donde ella se encontraba. Golpeó con los nudillos en la puerta y entonces la entreabrió.

-Se puede mi Sacerdotisa... dijo con voz suave y servil, mientras sus verdosos ojos, su perfecto rostro y sus negros cabellos se asomaban por la pequeña apertura ... soy Marco del clan Lasombra y desearía tener audiencia con vos, si es posible...terminó diciendo con voz cortés y educada.

-Adelante- se escuchó decir a la voz femenina dentro de la habitación.

Allí, envuelto su cuerpo desnudo en unas blancas sábanas manchadas con la sangre de la cabeza decapitada que se encontraba a su lado sobre el lecho, sin ojos y por la que jugaban algunas pequeñas serpientes, se encontraba Cristina reposando y con una mano en alto dejando caer un pequeño ratoncito dentro de las fauces de una gran boa entrelazada alrededor de su macabro pero hermoso cuerpo.

La habitación era un lugar repugnante ante cualquier ojo humano y escalofriante para los vampiros, desde pieles de animales y órganos formando "bellísimas" esculturas, hasta fotografías de cuerpos torturados y rogando la agonizante muerte que se repartían por las paredes de la sala adornando de igual forma las urnas que contenían las serpientes más peligrosas de la Cobra.

Si la imagen de la figura de la mujer le pareció bella, toda aquella primera impresión se desvaneció cuando sus verdes ojos captaron en la estancia que se encontraba. Depravación, tortura, dolor, sadismo... todas aquellas palabras hubieran podido definir aquel lugar, pero él la hubiera definido con una sola palabra ...Horror.

-Gracias, mi sacerdotisa... dijo adentrándose en aquella tenebrosa estancia, mientras miraba alrededor con gesto distraído y sin mostrar su pensamiento ...curiosa... decoración... fue lo único que pudo decir al respecto.

-Lo sé, no todos pueden apreciar su extraña belleza. Son obras mías. No te preocupes, intenta obviarlas si te resulta molesto. Si aún así sigues sin poder pasarlo por alto podemos ir al balconcito- dijo señalándolo sutilmente con la mano.

Su cuerpo envuelto en sábanas teñidas en carmesí se desplazó sobre el lecho gateando semidesnudo hasta el borde más cercano a la presencia del Lasombra. Mientras tanto, escondía la cabeza decapitada bajo las sábanas.

Había sido una mujer realmente hermosa tiempo atrás, eso nadie podía ponerlo en duda. Sin embargo, habían destrozado aquella belleza de la forma más macabra posible, ahora su cuerpo era un océano de heridas abiertas que sugerían el más profundo dolor.

-No me molesta... fingió para no herir los sentimientos de aquella Serpiente de la Luz ... simplemente que no imaginaba que vuestra habitación dispusiera de tales ... esculturas... añadió eligiendo la mejor palabra que se le ocurrió ... aún así, me gustaría disfrutar del aire nocturno de la ciudad, así que vuestro balcón se me hace muy apetecible... mi Sacerdotisa...dijo mientras mostraba una tímida sonrisa encantadora y levantaba el brazo, indicando que él la seguiría.

Mientras la seguía para el balcón, su avispada mirada no pudo evitar poner atención sobre los numerosas y profundas cicatrices que decoraban su superficial tapiz de piel. Aquello significaba que había debido sufrir mucho, pero entonces, cual era el motivo de repetir el patrón que ella había vivido con otros seres vivos... Como ya una vez, la advirtió su Sire, cada vampiro en el Sabbat es un ser diferente y cada vez, él mismo estaba viendo las abisales diferencias que había entre él y los demás.

Cristina sonrió con cierta complicidad. Aunque quisiera ocultarlo estaba claro que aquella decoración no era del gusto del Lasombra, había que ser muy bizarro y sádico para admirar todo aquello. Envolviéndose mejor entre las sábanas manchadas bajó de la cama y acompañó al hijo de las sombras al balcón, aquel que solía cerrar de forma hermética llegado el amanecer. Una vez allí, apoyada contra la baranda, contempló los ojos verdes de Marco y entrecerró los párpados en una pequeña sonrisa.

-¿Y bien? ¿Qué te trae por mi humilde morada, Marco?- cuestionó con cierta curiosidad.

Tras apoyar su codo sobre el balcón y apreciar aquella bella noche, giró lentamente su rostro hacia ella y con una amplia sonrisa, empezó a hablar con voz dulce y cálida.

-Primero presentar mis respetos... dijo desviando la mirada hacia abajo en insinuación de una reverencia, volviendo pronto a ascender su cristalinos y verdosos ojos ... y segundo, hablaros de nuestro... dijo intento no mostrar el desprecio que tenía hacia Baltazar ...querido Ductus, me ha enviado para que os informe de que tengo que cumplir una peligrosa misión para el Sabbat, he de infiltrarme entre las filas de la apestosa Camarilla... dijo agriando el gesto sin saber muy bien si era por Baltazar o por aquella dichosa organización donde debía deslizarse o quizás por ambos ... y me ha dicho que os informe de ello, pero sólo a vos... dijo fijando su mirada en ella.

Tras un breve silencio, pareció rumiar algo en su mente y dubitativo sin compartirlo con aquella mujer o no, tomó una decisión.

-Al demonio con su prohibición... masculló haciendo un brusco gesto con la mano ...Sacerdotisa, cuando le he dicho al Ductus que debemos informar al Ilustrísimo Iliarte, él me lo ha negado, me ha comentado que ese débil líder le importa un carajo y que él no tiene porque saber nada, yo... dijo negando con la cabeza ...no lo veo así. Por lo que si lo habláis con el Obispo, mi consciencia se sentirá más tranquila... añadió mientras una maliciosa sonrisa se esbozó en su delicado rostro.

Entrecerró la mirada sutilmente, luego volvió a sonreír. Al menos había alguien más que pensaba en aquella manada y que creía en la jerarquía de la secta, y sus ojos le gustaban. Le gustaban mucho. Siempre había admirado el color verde esmeralda en el iris, era como aquellos dos ojos que guardaba en el bote de formol sobre uno de los muebles. Le resultaba fascinante eso de poder tener córneas normales y corrientes.

-Imaginé que lo habría hecho- dijo dejando escapar un pequeño "je" -Sigo sin entender por qué odia tanto al Obispo, por qué se niega a tener superiores si ellos sólo velan por nuestra seguridad y la de la secta. Tiene una mente demasiado revolucionaria para los tiempos que corren actualmente, algún día le costará caro ese pensamiento- comentó antes de ir al tema que realmente le interesaba al Lasombra -No te preocupes, en cuanto pueda iré a comunicarle a Iliarte el tema de tu "misión secreta". Y en cuanto a eso... ve con mucho cuidado, Marco, no me gustaría perder ningún hermano-.

Los odiaba, sí, odiaba a toda la humanidad, a todo ser sobre la faz de La Tierra, pero tenía el sentimiento de unión de su facción muy arraigado, siempre presente en todas sus acciones a menos que la voz de un superior le ordenase lo contrario.

-Y...- comenzó nuevamente mientras daba una pequeña vuelta al balcón sujetándose la sábana en la parte superior del busto -¿Te ha comentado a que se debe la petición de esa peligrosa misión? A mi parecer uno nunca debería arriesgar su integridad física y moral sin ser consciente de lo que hace, ¿tú conoces la razón, Marco?-.

Las facciones de Marco se mostraron atentas mientras aquella Cobra iba deslizando sus sibilantes palabras a través de sus labios, sus lechosos ojos acuamarina lo miraban con gran atención a los suyos de tonalidad esmeraldina y lo cierto es que aquella joven le creaba cierto nerviosismo. Parecía tan poco viva y tan desprendida de todo tipo de sentimiento, que no sabía aún como tratarla.

-Os lo agradezco mi Sacerdotisa, veo que vuestra elección ha sido bastante más afortunada que la de nuestro querido Ductus, veo en vos más sensatez y sabiduría propia de un verdadero líder... comento con palabras de apoyo, valorando que por fin alguien en su manada supiera hablar educadamente ... y en cuanto a la misión encomendada por Baltazar... comento mientras desviaba la mirada de ella, hacia la infinitud de la noche ...pienso que ha sido por dos grandes razones, una... dijo levantando su dedo índice y volviendo a mirarla ...porque creo que me ve como un posible competidor, piensa que como el anterior Ductus fue Lasombra, desearía algún tipo de vendetta contra él... comento con total llaneza mientras en sus labios se difuminaba una astuta sonrisa y levantaba un segundo dedo ... y dos, porque creo que sabe que soy el único que aparento haber perdido menos humanidad y que sabría cumplir con esa... dichosa Mascarada que tanto odiamos y pretende restringirnos...al menos es lo que me parece más pausible, ¿no coincidís conmigo? terminó añadiendo, mientras apoyaba su codo sobre la barrandilla y se quedaba expectante a su respuesta.