[Dia 9 20:00][Calles de Barcelona] El Cuervo Digital (Abierto)

Lo cierto era que desde que el Príncipe me había hablado de la dueña de El Cuervo, quería conocerla.

No tenía idea de cómo hacerlo, la excusa podría ser mi puesto en la Camarilla y... ¿Realmente necesitaba una excusa para querer conocer a Tunguska? Esperaba que no, aunque confiaba en no molestarla presentándome allí por las buenas sin cita previa o algo así.
Suspiré, lo mejor sería buscar a algún seguridad y comentarle que tenía interés en charlar con ella y en darme a conocer, y que ella contactara conmigo cuando quisiera guión pudiera.

En esto estaba cuando prácticamente choqué con alguien, un tipo que había por allí, esperando para entrar como otros muchos.

- Oh, disculpa, iba distraída- Musité buscando con la mirada algún miembro de la seguridad, ¿Y si hablaba con un camarero? También podría valer ¿no? Mis ojos se centraron de pronto el hombre frente a mí, me miraba con una expresión mitad extrañada, mitad seria- ¿Todo bien? ¿Necesitas ayuda? - Pregunté.

Aceleré la moto cuando el semáforo cambió a verde, sentí las manos de Virgil volver a aferrarse a mis caderas y sus dedos anclarse con cierta fuerza. El tipo del coche que estaba parado a mi derecha, me lanzó una mirada aviesa y yo le enseñé un dedo antes de salir disparada hacia delante atravesando el cruce a toda velocidad en dirección al centro de Barcelona.

Me detuve un poco antes de llegar a la puerta del edificio que hacía las veces de Eliseo, aparqué en un hueco libre junto a la acera y esperé a que Virgil bajara para hacer yo lo mismo. Recogí los cascos y le acompañé dejando que él caminase delante, como si le escoltase.

- ¿Vas armado, Virgil? - Pregunté discretamente antes de llegar a una gran puerta acristalada.

- Bien, entrar armado al Eliseo no es buena idea- Dije - Sobretodo si acabas de poner el culo en la ciudad.

Hice una pausa y le abrí la puerta para que pasase, nada más cruzar la entrada varios hombres pusieron toda la atención en nosotros, con una sola mirada mía entendieron que todo estaba bien. Conduje al cainita hasta el mostrador donde estaba Anastasia.

- Después de presentarte al Príncipe, una vez termine la entrevista, exprésale tu deseo, si él lo considera adecuado, te dirá el modo y la forma de contactar con las personas que te conviene conocer por aquí.

Me detuve frente a la hermosa joven y le sonreí con educación y agrado.

- Buenas noches, Anastasia. - La saludé e hice un breve gesto en dirección a mi acompañante- El señor Virgil acaba de llegar a Barcelona, le encontré por casualidad, dice ser Camarilla y desea presentarse ante el Príncipe ¿Es posible que Melas le reciba ahora?