[Dia 6][Torre Marciá] Palabras y espadas ( Mia, Alice, Sergio,)

Nadie dijo que fuera a ser fácil.

Y desde luego no estaba siéndolo, pero algo me decía que yo no sabía siquiera hasta qué punto aquello no estaba siendo fácil para ninguno de los dos.
Mia estaba ahí ante mí, no estaba bien, eso era obvio, Sergio tampoco lo estaba. Nos había dejado solas y se había marchado a la sala superior, imaginé que a entrenar.

Mia me había hecho varias preguntas con la mirada baja y la voz débil. Estaba pálida, más de lo normal, el pelo le caía sobre la cara y tenía las manos enlazadas con fuerza. Había pasado algo, y no era algo bueno, empecé a preocuparme de verdad por la situación, Mia apenas tenía unos días como vampiro, Sergio es muy temperamental, demasiado pasional... Intenté imaginar lo sucedido y no llegué a ninguna conclusión.
Ella quería saber sobre la fuerza del vínculo y el tiempo que este duraba o si se podía destruir, le expliqué todo lo que yo sabía del tema lo mejor que pude y ella asintió a cada una de mis palabras en silencio.

Cuando le pregunté qué ocurría, se limitó a no decir nada, no podía hablar, y yo lo respetaba. En el piso de arriba empezarón a oírse golpes fuertes. Mia me lanzó una mirada de preocupación y... ¿Culpa?

¿Qué coño has hecho, Sergio? Me pregunté, segura de conocer lo suficiente a mi hermano como para saber que fuera lo que fuera lo que hubiera ocurrido, lo había originado él. Suspiré y extendí la mano para coger la de la chiquilla y darle un leve apretón.

- Tranquila, hablaré con él. Tú quédate aquí, y no te preocupes, es bruto, pero todo lo que tiene de bruto, lo tiene de noble - Le dije, sonreí y ella asintió y me dio las gracias.

Me puse de pie y subí a la habitación superior, los golpes se hicieron más fuertes y más claros, levanté un puño y llamé a la puerta esperando a que él me diera paso.

Cierro la puerta tras de mí mientras paseo los ojos por la habitación mirando el estado de ésta y acabo fijándome en el cuerpo de Sergio.
Tomo una profunda inspiración antes de hablar, y me lo pienso mucho hasta que decido hacerlo.

Le veo hacer volar y girar el arma en el aire a su alrededor, una mezcla de látigo y brillante hoja de espada que sesga aquello que toca incluída la piel de mi hermano. Me cuesta no contraer el rostro en una mueca de dolor cada vez que veo como la cuchilla abre su piel y la sangre brota.
En el ambiente hay un leve olor a alcohol. Sergio...
Espero varios minutos hasta que decido dar un paso hacia él y dejar salir las palabras, no me iré de aquí hasta que quede en calma. Jamás antes le había visto así, y espero no tener que volver a verle, no imagino qué puede haber sucedido para arrastrarle a este estado.

- Hermano ¿Por qué estás así? ¿Qué ha sucedido? - Mis ojos buscan los suyos, tal vez ahí pueda ver algo más.

Le observo con detenimiento, las palabras brotan de sus labios con tal desprecio y tanta ironía que casi doy un paso atrás. Creí que eso era cosa mía, yo soy siempre la fría, la sarcástica, la irónica, la que da golpes certeros con las palabras, la que las usa como navajas, esta vez me toca ver cómo Sergio se castiga, es la primera vez que le veo dudar de sí mismo y de sus férreos principios, y eso hace que todas las alarmas saltan dentro de mí.

Hago lo posible porque él no note mi agitación, pero el temor creciente me insta casi a lanzarme sobre él, quisiera cogerle por los hombros y gritarle para que me expliqué qué mierdas ha hecho para estar así. Recuerdo la expresión en el rostro de Mia y empiezo a unir piezas, piezas que desearía no tener que unir, aprieto los dientes.
Si Sergio duda de sus valores es que los ha traicionado, o ha hecho algo lo suficientemente erróneo como para pensar lo peor.

parece ser que es lo unico que sé usar.


- Tú eres lo que me trae por aquí - Respondo con voz clara y firme- Me has llamado ¿Recuerdas? No hace falta más, tú me llamas y yo acudo. Ahora cuéntame, dime por qué estais así ¿Qué ha pasado?

No sé cuántos segundos pasan hasta que soy capaz de reaccionar y darle un sentido a las palabras de Sergio. Es difícil comprender cuando solo se dan retazos inconexos de una situación envueltos en sentimientos y emoción, no creo que eso sea todo lo que pasó, no creo ni siquiera que se parezca a lo que pasó, y sin embargo…

Oh, Caín, por eso yo me alejo de todo esto, para que nada nos separe que nada nos una, pero nunca lograré alejarme lo suficiente ¿Verdad? El sufrimiento siempre te alcanza.

Me acerco y me arrodillo frente a él, con una mano le cojo la barbilla y le alzo la cara hacia mí, con la otra limpio las lágrimas suavemente con la palma de la mano.

- Dudo mucho que si estás enamorado de ella hayas querido violarla - Le digo con todo el convencimiento mirándole a los ojos- No te veo capaz de hacer eso a nadie, mucho menos a ella. Cálmate un poco ¿Quieres? Y deja de llorar, me parte el alma verte así, maldita sea.

Cuando he enjugado sus lágrimas, me siento y le cojo una mano.

- Está bien, ahora poco a poco ¿De acuerdo? Cuéntame qué ha pasado para que ella intentase cortarse el cuello, cuéntame lo que pasó, así podré ayudarte.

Le escucho en total silencio y sin perder detalle, durante todo el relato, mi expresión no cambia, y cuando él termina de hablar, tomo la palabra.

- Creo que el problema no es que no entiendas de sentimientos, Sergio, lo que sucede es que te dejas llevar por ellos y no usas la cabeza - Respondo- No voy a dulcificarte la respuesta, has hecho mal, y ella tiene todo el derecho a sentirse traicionada. Como bien dices, ella no es un soldado, ella no ha vivido lo que tú viviste antes de ser abrazado, su vida es otra, es apenas una niña, y es una buena chica - Hago una pausa y tomo aire, mi forma de ser me insta a recriminarle y a acusarle, cómo coño fue capaz de dejarse llevar así, usó una disciplina con ella y llegó demasiado lejos, pero supongo que ya ha tenido tiempo de darse cuenta de su error, no se trata de echárselo más en cara, se trata de ayudarle - Pero... la verdad es que nadie es perfecto, todos cometemos errores, y por lo que parece ella te ha perdonado. Aún así, es muy normal que esté confundida. Ponte en su lugar, hace apenas unos días era una chica humana cualquiera, con su familia y amigos, ahora es algo que no sabía que podía existir, ha tenido de dejar su vida y a sus seres queridos, vive con un desconocido, rodeada de desconocidos, sintiendo sed y teniendo que desconfiar de todos, está sola, sola en un mundo de bestias y solo te tiene a ti.

Guardo silencio un segundo y le miro a los ojos.

- Lo que debes hacer es dejar de llorar, dejar de autocompadecerte, asumir tu error, aprender de él e intentar no volver a cometer ese tipo de tonterías con ella. Debes ser algo más racional, y no tan impulsivo. Sientes algo fuerte por ella, pero que eso no te ciegue, no trates de tenerla encerrada, déjale libertad, que ella quiera hablar con otros vampiros, salir sola o estar un tiempo sin ti, no significa que no te necesite, siempre te va a necesitar, y estoy segura de que te quiere, con o sin vínculo, el vínculo se pierde con el tiempo, los sentimientos no. Así que no tengas miedo por eso. No vas a perderla.

Sonrío y le miro a los ojos.

- Tienes más miedo por ella que por ti, eres un buen sire, tu temor es comprensible, y yo solo puedo decirte que te ayudaré todo lo que pueda - Respondo- Cuando ella quiera salir, llámame, yo la vigilaré y cuidaré que no le pase nada ¿De acuerdo? Soy Primogénita, tengo mis medios, ¿La has presentado a Melas? - Sergio niego y me hace un gesto como diciendo "Ya sé, ya sé" - El Príncipe no dejará que le pase nada, le pondrá escolta, pero antes deberás presentarla formalmente, así ella estará protegida.

Le pongo una mano sobre el hombro.

- Vamos, anímate, esto no es el fin del mundo, no eres el primero que comete un error con su chiquillo, conmigo cometieron miles y más grandes que el tuyo, y mira que bien he salido - Al ver su expresión, sonrío, me inclino hacia él y le doy un beso en la frente- No te acostumbres a esto, aún te debo un buen par de mamporros por ser tan borrico.

- Tranquilo, hermano, no lo olvidaré - Le digo siguiéndole a la habitación inferior, Mia está allí, al oírnos llegar, alza la cara y sus ojos van de Sergio a mí y de nuevo a Sergio, me acerco a ella y la miro - Yo ya he hecho mi parte, ahora te toca a ti hacer la tuya, recuerda una cosa, decidas lo que decidas, estará bien.

Me giro hacia el Brujah.

- Llamadme si me necesitáis - Después de eso, me dirijo hacia la puerta y salgo de la casa, rogando que todo vaya bien.

Escucho a Sergio con atención mientras le ayudo a limpiar el destrozo, me llama la atención lo que dice sobre el Sabbat. Según él lo cuenta, parecen la parte radical de la sociedad vampírica.

- ¿Bolsas de zumo?- pregunto algo sorprendida- ¿Las tradiciones? Si son tan importantes, cuéntame de qué tratan.

Espero a escuchar sus palabras.

Hay varias cosas de las que dice que llaman mi atención, en cuanto termina de hablar, tomo la palabra.

- ¿Hasta que tu progenie sea liberada? - Pregunto- ¿Eso cómo se hace? ¿Tienes que darme tú permiso para irme o es algo de mutuo acuerdo?

Hago una pausa y desvío la vista con gesto pensativo.

- Aún no me has llevado ante el príncipe - Digo algo avergonzada- ¿Cuándo iremos?