Un siniestro caballero

Marco tras girarse y dejar el coche a sus espaldas, admiró una majestuosa construcción que nunca había visto en su vida. Parecía como una enorme catedral plantada en medio de la ciudad, un lugar digno para el mismisimo Obispo del Sabbat.

Así que poco a poco se aproximo hacia ella, mientras sus ojos estaban atentos en quienes caminaban a esas horas por la calle.

off: editado, sorry, lo escribí tarde y es lo que tiene no leer muy bien XD

Off: mi coche no se va...eres tú el q te alejas, yo solo me cambio de asiento

Al decender del coche se alza frente a ti la iglesia del sagrado corazon, imponente y brillante sobre el oscuro fondo de la ncohe.




La iglesia esta ubicada cerca de un parque de atracciones, un lugar raro para un refugio sabbat. No es difícil adivinar por su posición que debe tener una magnifica vista a la mayor parte de la ciudad.
Al acercarte a la puerta, puedes notar que esta cerrada, a ambos lados de la entraba principal hay escaleras curvas, que finalmente mueren en un amplio balcón.

Marco se encamino hasta lo que era la Iglesia del Sagrado Corazón, hasta llegar hasta sus puertas. Tras intentar empujar levemente y ver que estas no cedían, miró hacia la escalinatas que parecían ascender hacia una amplia balconada.

Con paso lento y sereno, avanzó escalón tras escalón haciendo el menor ruido, hasta que sus zapatos finalmente pisaron llano. Su mirada parecía buscar algún lugar desde el que acceder al interior o al menos, alguien que le pudiera indicar como encontrar al Obispo del Sabbat.

Al llegar a la terraza, el joven extranjero solo encontró oscuridad, una terraza aparentemente vacía, y de fondo, la iluminada bahía de la cuidad. Un segundo vistazo le revelo que de pie, cubierto totalmente por sombras, se encontraba un encapuchado, su mirada estaba fija en el recién llegado, el podía sentirlo a pesar de que era imposible ver sus ojos a través de la capa de oscuridad que lo cubria.
Tran unos instantes de silenciosa observación, su fría voz rompió la fragil tranquilidad del lugar.
- Haz venido a presentarte a mi, pues adelante.

En una primera y rápida inspección Marco solo vislumbro la enorme terraza completamente vacía, dibujada al fondo la imagen de la bahía iluminada de la ciudad. Pero, en una segunda vuelta, sus verdosos ojos pusieron atención sobre una imponente figura que se mostraba oculta por una capucha y la oscuridad. Sin lugar a duda, era el Obispo, tenía que serlo, desprendía un aura de majestuosidad propia de uno de los más antiguos Lasombra.

-Su excelentísima Señoría, Obispo Alberto Iliarte... dijo clavando la rodilla en el suelo de aquel lugar y bajando la cabeza en señal de reverencia ante una de las eminencias del Sabbat y de su mismísimo Clan ... vengo a presentarme ante vos. Soy Marco Giacomo, chiquillo de Marion, vástago del honorable Clan Lasombra... dijo levantando poco a poco su cabeza, para mirar al Obispo a donde se ocultaba su rostro ... vengo a ofreceros mis servicios a vos y al Sabbat, esperando que me aceptéis entre los vuestros añadió finalmente esperando con cierto nerviosismo en su interior la respuesta de aquel antiguo vampiro.

El obispo fijo la mirada en el cainita durante solo unos instantes, antes de torcer su voca en un lúgubre gesto que difícilmente podría haber sido interpretado como una sonrisa. Sin dudas, la aptitud de aquel sujeto le complacía, ya veremos si tiene algun otra aptitud ademas de ser servicial.
El obispo camino a paso lento hasta el balcon de la terraza, y alli se detuvo a observar su cuidad.
- Vivimos tiempos difíciles en la cuidad... Tiempos en los que es necesario aumentar nuestro numero, por lo que tu llegada es oportuna -dijo en tono meditabundo, con la mirada aun clava en la vista de la cuidad. Sin previo aviso, su cabeza se giro lentamente, y miro directamente el sujeto de rodillas - Puedes levantarte -dijo a la vez que hacia un gesto con su mano- Dígame Marco Giacomo, ¿Porque crees que puedes serle util a la espada de Cain?

El recién llegado Lasombra, se incorporó del suelo cuando el Obispo lo ordenó y entonces, con paso lento se acercó un poco al lugar donde él se encontraba, dejando espacio entre él y el Obispo, respetando las distancias para intentar molestar su humor lo mínimo posible.

-Gracias mi Señor... añadió ante la oportunidad de poder hablar de cerca ...entonces mi Sire me convocó en el momento oportuno... dijo sin poder reprimir una pequeña sonrisa que surgía en sus labios.

Entonces borró aquel gesto de sus labios y habló con tono serio y pausado, demostrando seguridad y compromiso ... es la hora de ayudar a la causa y si bien, mi fuerza no es algo que ayude a la espada de Caín, si lo es, mis habilidades para conseguir ... dijo haciendo un breve silencio ... financiación e incluso, hacer lo que mejor se me daba en vida, infiltrarme allí donde otros no pueden... dispongo de numerosas virtudes que podrían ser de gran ayuda llegado el momento... añadió con una maliciosa sonrisa.

El obispo escucho sus palabras con atención.
- Sin duda guerreros no es lo único que necesitamos en estos momento, Marco - Dice mientras gira su mirada de regreso al horizonte - Dejame hacerte una pregunta... ¿Que estarías dispuesto a hacer por nuestra secta?

-Estaría dispuesto a hacer todo lo que esté en mis manos, Ilustrisimo Obispo Iliarte... comento con tono seguro y firme en sus palabras ... si el Sabbat y vos mismo me pidieráis que me adentrará en las entrañas de la Camarilla, para acabar poco a poco con su estructura como hacer un tumor en un organismo vivo lo haría... si necesitáis que robe unos importantes documentos que pusiera en jaque la estabilidad de esa apestosa Secta, no dudaría ni un ápice en poner mis grandes dotes de ladrón, para dar un buen golpe a esos detestables cainitas... sólo pedidme lo que deséis y yo lo cumpliré... dijo poniéndose la mano cerrada sobre el pecho, mientras mantenía la cabeza erguida, orgulloso de pertenecer al mismo Clan que el Obispo ... todo por el Sabbat y por vos.

El obispo escucho con plena atención las palabras del cainita, luego de que este termino, el obispo respondió con calma...
- Muy bien joven Marcus, eres bienvenido en mi cuidad... ¿tienes algún refugio donde quedarte mientras estés aquí?

Marco asintió con la cabeza al oír las palabras de aceptación del máximo representante del Sabbat de aquella ciudad.

Gracias, Excelentisimo Obispo Iliarte y aunque soy nuevo, no os preocupéis, mi Sire me proporcionará algún lugar donde refugiarme... aún así, de nuevo, os agradezco tal consideración...

Dijo mientras esbozaba una amplia sonrisa y se quedó esperando a unas nuevas palabras de aquel gran hombre.

El Obispo asiente con su cabeza.
- Bien. En ese caso, debe serte asignada una manada. - El obispo se detiene a pensar un segundo en sus próxima decisiones - Creo que seras asignado en la manada de Baltazar, allí hace falta una cabeza sensata para pensar las cosas...Dejame un nuevo donde pueda contactarte y luego ve, la noche aun es joven.

Si bien aquella decisión no le había gustado a aquel Lasombra, acabar en una manada que no era la de Ikaro, bien su rostro no mostró expresión alguna de disgusto.

Así lo haré Señor... dijo acatando su orden ... en cuanto mi número... dijo extendiéndole un papel donde tenía apuntado su móvil ... podéis localizarme siempre aquí. Si no deseaís nada más, prosigo con mi camino. Muchas gracias Excelentisimo Alberto Iliarte.

Y dicho esto, sabiendo que en aquel lugar todo estaba hablado, empezó a descender los escalones hacia el coche de Marion.

Dejas la iglesia del sagrado corazón atrás, ya tenias una manda, y tenias una oportunidad en esta cuidad, ya eras parte del sabbat de Barcelona.