-Mierda- cuelgo el teléfono, y me entran tentaciones de lanzarlo contra el suelo. Consigo refrenarme en el último segundo. Si se rompe, Sophie no podrá volver a llamarme. Lo guardo rápidamente en el bolsillo interior de mi chaqueta, después de ponerlo en silencio. Un grupo llamado no-sé-qué-opoldo va detrás de mí. Opoldo. Hay pocas palabras que terminen así... pero ni siquiera sé si éso es parte del nombre. Lo tendré en cuenta, por si acaso.
Así que me estan buscando... nos. Sophie dijo que éramos tres hermanos... ¿Hermanos? ¿Tres Sabbat? ¿Tres Brujah? Diablos, qué complicado es todo... Sólo tengo una cosa clara. No voy a quedarme aquí esperando a que ése grupo venga a por mí.
Cojo un gorrito de lana negro y me lo encasqueto hasta las orejas y me pongo la chaqueta de cuero. Compruebo que he guardado el móvil, las llaves, y el cada vez más gastado mapa de Barcelona. Siempre es bueno llevar un mapa, por si acaso. Aunque hace tiempo que me muevo por la ciudad, nunca se sabe... Cogo el casco de la moto y salgo de la iglesia. Echo a andar hasta mi moto, vigilando disimuladamente a mi alrededor. Genial, ahora me estoy volviendo paranoica.
Llego a la moto, me pongo el casco y la enciendo sin mayor problema. Si ésos tipos me están buscando, sólo encontrarán un sitio que me ate a la ciudad. Mi refugio. O mejor dicho, mi ex-refugio, ya que ahora vivo en la iglesia. Enciendo la moto y me dirigo hacia allí. La detendré unas calles antes y esperaré a ver si aparecen. Es lo mejor que se me ocurre hacer en ésta situación.