[día 2][refugio comunitario de la manada] Esbat [abierto a toda la manada]

El lunático ah hablado, por su mirada puedo deducir que no me entiende, es facil para cualquier pensar que simplemente soy un anarquista y ya, pero eso esta muy lejos de la realidad, el sabbat es mi vida, y los rituales su sangre, mas su esencia es la de la igualdad, es por eso que se creo, y respeto los preceptos del Sabbat por sobre las personas que los representan.
- Pensaba pedirte a ti esa misión, a ti y a la Punky - digo mirando a Elva- Quiero que averigüen todo lo que puedan de su organización - Dirijo mi mirada a Sam - Para el cachorro tengo una petición distinta, quiero que trates de establecer contacto con los Giovanni de la cuidad, averiguar si tienen problemas con la camarilla...- Devuelvo mi mirada a toda la manada - La guerra ah empezado, y debemos movernos de prisa, antes de un mes tendremos a la camarilla de rodillas, pero necesitare todo su apoyo, ¿puedo contar con ustedes?...

Hago el sonido de un leve gruñido cuando me llama "cachorro". -me pondré con ello cuando terminemos aquí, aunque si mal no recuerdo falta gente de la manada el ritual...

- La manada realizara el ritual con los presentes, aquellos que no estén - digo mirando hacia la puerta por la que salio el lasombra - simplemente no serán considerados parte de la manada aun, no hasta que forjen con la manada los sagrados vínculos que mantienen vivo a nuestra secta - No es difícil notar que las únicas veces que su lenguaje es formal y respetuoso es cuando se refiere al Sabbat mismo - Pero alguien tendrá que auspiciar el ritual en lugar del Sacerdote...

-¿Por qué en lugar del Sacerdote? Qué poco me tienes en cuenta, querido- dijo con cierto aire triunfal -Heme aquí, servidora, preparada para dar comienzo con el ritual como Sacerdotisa de la manada-.

Una sonrisa un tanto malévola se dibujó en los labios carmesíes. Tenía una misión divertida, muy divertida, y la cumpliría gracias a su nuevo cargo brindado por el Obispo.

Primero mi rostro expresa sorpresa, eso no me lo esperaba, pero luego sonrio ante el hecho.
Esta manada comienza a ponerse interesante...
- Bueno niña serpiente, puedes empezar entonces...

-Que así sea. Si me permitís, vuelvo en dos minutos. Por favor, id colocándoos en un semicírculo- dijo a la manada mientras marchaba hacia su habitación en el refugio.

Dicho y hecho, dos minutos más tarde, la muchacha enmascarada apareció nuevamente en la sala en la que se encontraban reunidos. Entre sus manos, una bolsita de piel recubierta con la muda de una serpiente contenía los objetos que se usarían para el ritual de la Vaulderie. Colocándose en el centro de aquel semicírculo, Cristina se arrodilló en el suelo sacando el cáliz de plata y una curiosa daga del mismo material cuyo mango parecía el cuerpo de una cobra.

Spoiler:

Cuando todos estuvieron listos, la cainita pronunció.

-Por la unión, lealtad y fidelidad de una manada consagrada a un mismo fin, oficiemos este ritual sin más espera que la de nuestra sangre derramándose sobre el cáliz-.

Dicho aquello, hizo un pequeño corte en su muñeca con el puñal de plata y dejó verter su vitae dentro de la copa sagrada, después, ofreció el cáliz y el puñal a Baltazar para que la imitase y los pasara al resto de la manada.

Cada día más sorpresas. Quizá no sea correcto que no sepa cuál es el cargo de los integrantes de mi manada. Lo otro que me sorprende es que uno de los integrantes más nuevos sea nuevo Sacerdote, o más bien, Sacerdotisa.
Me callo las palabras.
Me posiciono en el lugar que se ordenó, procurando estar al lado de la Brujah. ¿Por qué? No tengo idea. Un impulso involuntario. Pero lo hago.

Escucho las palabras y me fijo en los detalles. Es un curioso cuchillo, de diseño interesante. Me gusta ver los rituales, más aún participar en ellos. Los rituales son pilares de una sociedad, si no se cumplen, no se podría mantener.

Espero mi turno, a que la copa y el puñal llegue a mis manos.

Doy un paso al frente en busca del cuchillo ceremonial, la niña serpientes era la nueva sacerdote... Aquello no me gustaba demaciado, ella era demaciado fiel al Obispo, y de seguro ocupa el cargo para mentarme bajo vigilancia permanente... no me gusta que me vigilen... Sujeto la daga ceremonial entre mis manos y la alzo frente a mi brazo.
- Que nueva vitae, base y alimento de nuestro poder, forje los lazos que nos unirán y fortalezca nuestros corazones para las batallas que vendrán
Corto mi brazo con la daga y dejo caer mi sangre en el recipiente...

Me acerco a Baltazar para coger los instrumentos del ritual, voy me dirijo al centro del semicirculo y me hago un corte en mi muñeca dejando caer sangre al caliz. Acto seguido vuelvo al semicirculo cediendole los instrumentos a Damian.

Recibo de parte del Gangrel los instrumentos ceremoniales. Me tomo unos segundos para sentir la textura del mango del puñal, el calor de la vitae en el cáliz. Son bellas herramientas, para mí es una lástima que este puñal sólo sea usado para estos ritos. De seguro la sed de sangre del acero debe ser bastante, a pesar de recibir en su filo la sangre de un cainita, o de varios.

Me tomo otros segundos de concentración, necesito hablar de forma fluida, erigir unas palabras. Podría quedarme callado, pero no quiero que este rito se quede sin parte de las tradiciones sólo por la tensión del ambiente.
Luego de esa concentración, me dispongo a hablar, lo más fluido posible.

- La vitae infecciosa de la locura será derramada. Espero que tal como el caos forma parte de este cáliz, inunde esta ciudad para luego erigir pilares firmes para la Espada de Caín.

Entonces corto mi brazo, sintiendo el filo con suavidad, hasta formar la herida, dejando el carmesí líquido caer dentro del cáliz. Luego de haber hecho mi parte, cedo los instrumentos a Alexia, la Brujah.

Rita miró discutir al resto sólo con una sonrisa sardónica. No importaba si mostraba tales gestos, nadie le importaría. La Nosferatu no dio ninguna opinión en ningún momento. Si se le precisaba para algo, se le podía preguntar después.
La Vaulderie iba a ser celebrada, por lo que ella se posicionó en el semicírculo. Esperó su turno para poner parte de su sangre en el cáliz. Los ritos habían sido poco practicados anteriormente, esperaba a que esta vez fuesen más activos, o sino, tendría que vagar por las alcantarillas más tiempo.

Damian pronuncia también unas palabras y me pasa el cáliz con la sangre y el puñal. Los cojo con firmeza y hago un profundo corte en mi muñeca derecha.

-Por la família -digo con una media sonrisa, mientras paso el cáliz y la daga a Rita.

Rita recibe los instrumentos con cuidado, cosa de que su torpeza no derramara el líquido o dejara caer el puñal.
Estaba emocionada, era su primer rito junto con tantos integrantes. Estaba tan emocionada que no sabía qué decir.
El puñal era afilado, y era bonito. Pero no quería demorar. Como no tenía palabras, sólo alzó la copa y el puñal, para luego cortar su mano y derramar la vitae dentro del cáliz. Luego cerró su herida, y miró quién debía ser el siguiente. No veía otra persona más. Pensó en el Lasombra que discutió con Baltazar, pero éste se había ido ya.
"Qué mas dá" Pensó Rita, pasando de vuelta el cáliz y el puñal a la Sacerdotisa.

La Sacerdotisa volvió a tomar el cáliz entre sus manos. Con mucha delicadeza, mezcló con suaves movimientos de la copa la vitae en su interior y comenzó a consagrar con palabras que casi sonaban sagradas el ritual de aquella noche.

Entonces pasó la copa hacia Baltazar. Ella sería la última en beber, pues debía seguir oficiando el rito con sus oraciones mientras los demás lo hacían.

Spoiler:

Recivo la copa de manos de la sacerdotisa, me mantengo solemne, aquello era un rito sabbat, el más sagrado de ellos...
Sin decir palabra alguna, bebo de la copa

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Tomo la copa de Baltazar, la alzo un instante y bebo de ella. Acto seguido se la paso a Damian.

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Recibo la copa, mirando por unos segundos el menjunje resultante. No quería demorar, así que bebo del cáliz, tratando de sólo beber lo justo y necesario.
Luego de haber bebido, cedo la copa a Elva, sin decir una sola palabra, pero con la vista en el suelo.

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La Nosferatu recibió la copa, nuevamente con cuidado.
Bebió de la copa, un poco, sintiendo el sabor de la vitae de todos sus hermanos, incluyéndose a ella misma, bajar por su muerta garganta.
Después, la copa fue pasada a la Sacerdotisa, con tranquilidad. Compartió la misma sonrisa que la Brujah llevaba en el rostro. Era digno de contarse aquél día.

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