[19:30][Zona Vip- Cuervo]Nice to meet you[Melas]

A pesar de que estaba arriba, su sillón estaba bien situado. Cuero negro y una mesita baja, de diseño y en cristal. Tenía las botas militares, sucias, sobre la mesa. Un portátil en el regazo. La larga melena se enrredaba alrededor de un bolígrafo, y clavado en medio del moño para sujetarlo.

Aún así algunos mechones se habían escapado, cayéndole por el cuello, enmarcándole el rostro. Fuese como fuese, a pesar de su palidez y de sus labios blanquecinos, disimulados bajo un poco de carmín sonrosado, seguía siendo una auténtica belleza. De esas que vuelven locos a los hombres mortales y les enfrentan entre sí, solo por el favor de una criatura así. Una cintura estrecha, un cuerpo que parecía modelado a propósito para atraer las miradas y la lujuria sobre él. La ropa apenas dejaba nada a la imaginación. Lo único que no cuadraba eran aquellos dos ojos verdes.

Esa mirada descuadraba todo, era la mirada de una Bestia, de un depredador. No parecía darse cuenta de las ropas que la vestían, o quizás no le importase. Seguía trabajando enfrascada en el portátil, con una copa de cocktail llena de sangre junto a ella.

Levantó la mirada y echó una visual, esperando ver si veía de nuevo el rostro de aquel vástago al que los otros se habían referido como Príncipe la noche anterior.

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off: Esto es de la semana pasada o de la nueva?

en cualquiera de los casos esta mal puesto el nombre el evento

Off: Nueva. No puedo poner una hora pq estoy esperando a que el señor Príncipe aparezca cuando lo tenga a bien

Una invitación que habían firmado como el dueño del Cuervo Digital, Melas la había recibido y sabia que podía ser una trampa perfectamente, pero se arriesgaria, los del Cuervo podían haber perdido más que él la noche del combate. Se enfundó en un traje oscuro con raya diplomática, con una fina camisa de seda blanca y una corbata gris con un nudo Windsor.

Spoiler:

Mientras se ajustaba el traje para que quedara ceñido a su atlética figura comenzaba a figurarse en que podrían querer decirle. Ya que no estaba seguro y no queria perder el tiempo avisando a nadie tomó un bastón de cabezal de metal antiguo que en su interior guardaba un estoque, quien iba a creer que alguien siguiera usando eso en el año 2012.

Dió aviso a Anastasia por si ocurría algo y tomó su movil por si tenía que recurrir a él. Se acercó al chofer y le indicó la dirección, la limusina se deslizó con la habitual rapidez llevandole a la puerta del local. Entró en él con su bastón agarrado, al final parecia que no era una trampa Sabbat pero no se iba a fiar, le condujeron hacia unos reservados y allí la encontró, su actitud no era la de una refinada mujer que hubiera estudiado en un colegio Suizo, pero era lo que había. Su voz, cálida y atrayente como siempre salió de sus labios a la par que la contemplaba.

- Saludos querida, como sin duda sabes soy Melas principe de Barcelona ¿Con quién tengo el gusto? -

OFF: Pon las 19:30 de hora de la partida.

Tunguska al contrario que el Príncipe, gozaba de peor gusto y llevaba unas pintas de zorra gótica-industrialoide de marca mayor.

Al ver al príncipe, dejó el portátil en la mesa, cerró la tapa y se puso en pie. Saludándolo de manera formal.

- Encantada, Excelencia o ¿me dirijo a usted como Alteza? Lo siento, siempre he sido un poco mala para los títulos. - dijo, extendiendo la mano para darle un apretón a modo de saludo- Puede llamarme Tunguska.

Melas extendió su propia mano pero en vez de estrecharla se dobló con elegancia y la besó con un gesto galante pero que quizás no contrastaba con la mujer que tenía enfrente ni sus costumbres, algo de lo que se habia percatado, pero no iba a cambiar por ello. La volvió a observar y tardó unos segundos en hablar para finalmente decir con aquella cálida y atrayente voz.

- Digamos que prefiero que me llame Principe, pero aquí y en privado prometo pasar por alto si me llama Melas. Un placer señorita Tunguska -

Dijo con una ligera media sonrisa tratando de sonar amable, pese a que lo único que estaba haciendo era estudiarla y estudiar el local, apoyó su bastón con el acero del estoque en su interior en el suelo adoptando una pose cómoda y luego dijo.

- ¿Le importa que tome asiento? -

La mujer era atractiva, pese a sus pintas de zorra desarrapada tenía un encanto que si bien no era el tipo de mujer por las que el se moveria, le daba un encanto peliculiar que no le desagradaba. Pese a que dudaba de que la joven tuviera modales él hizo gala de los suyos como siempre y esperó que la anfitriona le diera permiso.

- Por supuesto - dijo, señalando los cómodos sillones de cuero que rodeaban la mesita. - Póngase cómodo y relájese. Este es un lugar para relajarse y pasarlo bien.

Ella también le estudiaba. Estudiaba sus movimientos, su lenguaje corporal y en cuanto hubo tomado asiento, ella también lo hizo. Pero esta vez tuvo la decencia de cruzar las piernas para que no se le viera lo que había debajo de la mini falda.

- Calvin, cielo, tráenos algo delicioso - le dijo con tono maternal , al hombre con cara bonachona y muchas entradas que había en un extremo del reservado.

Siguió todo el recorrido del hombre mientras se marchaba escaleras abajo, fue entonces cuando regresó su mirada al Príncipe.

- Es un encanto, pero a veces.... - suspiró - a la criatura hay veces que no le da. Creo que es cosa de no se qué enfermedad que tiene o algo así. Pero, - dijo, sonriendo mientras la mirada bestial no se retiraba de sus ojos - ¡qué grosera soy! Llamarle y ponerme a cotillear como una maruja. Lo cierto, es que le he solicitado que venga - continuó, perdiendo el aire alegre y despreocupado, para adoptar una renovada seriedad - por una razón muy concreta. El ataque de anoche en mi negocio.

Observó el recorrido de la mujer y la acompañó sentandose con elegancia y agilidad en los cojines apoyando su bastón a su lado izquierdo para tenerlo siempre a mano, luego miró a la joven y por un instante desvió su mirada hacia el hombre mientras la escuchaba, no dijo nada pero la cara del hombre coincidia con la descripción que la mujer le había dado, aunque por ello no se aseguraba que fuera cierto.

Finalmente volvió a mirarla , agradeció mentalmente que ella cruzara sus piernas mientras él estiraba las mangas de su chaqueta odiaba las arrugas y más en su ropa, sobretodo mientras estaba en público aunque dudaba que a ella le importara mucho eso.

- Si, recibí una llamada de un buen amigo y me presenté en cuanto pude. Sin duda un desafortunado accidente, pero es lo que tiene el Sabbat, ellos atacan y destruyen, es sorpresivo el lugar elegido pero no el modo empleado para desenvolverse y por suerte para todos fueron neutralizados en el momento oportuno. -

- Afortunadamente, mi seguridad dió buena cuenta del ese pobre desgraciado cabeza de pala, al que han sorbido el seso en esa secta - se apresuró a decir. - Un evento desafortunado.

Se acomodó un poco mejor en su asiento, y depositó con elegancia las manos sobre la rodilla. Los ojos tenían ese fulgor verde, que no parecía apagarse ni con la presencia de un Príncipe. Estaba regalándole los mejores modales que tenía. Una forma amable, pero distante y profesional.

- Evidentemente, espero que el Sabbat haya captado la indirecta, pero tampoco quiero que crean que esto es un nido de la Camarilla, señor Melas. Neutralidad. Puede llamarme Suiza si lo desea, pero esa es la palabra. Este es un lugar de encuentro para todos. Para los suyos, el Sabbat, pero principalmente para los míos. Los anarcas, los no alineados, los autarcas, los sin clan rechazados por todos. Un remanso de paz - añadió, sonriente.

Movió ambos brazos en un claro signo de conformidad, claro que aquello era un nido de neutralidad, pero era una neutralidad que a él ni le molestaba ni le ayudaba asi que se dispuso a intentar cambiar aquello aprovechando su visita.

- Entiendo su posición y la de los suyos pese a no compartirla y amen de que el local me gusta, solo puedo decir que la neutralidad de este sitio es respetada por la Camarilla y seguirá siendolo, cosa que no podemos decir de los miembros del Sabbat, aun es pronto y no creo que podamos determinar la profundidad del ataque, pero ha puesto en peligro varias cosas mi Mascarada y su neutralidad. En esta estrella de tres puntas solo una de ellas ha dañado a dos y no es ninguna de las presentes. -

Queria ver los recursos de la mujer asi que la fue tanteando esperando a ver por donde salia o como se movía, mientras giró aun más su cuerpo para poder mirarla bien se sentía cómodo pues las reuniones eran lo suyo.

- Comprendo- dijo. Permaneció seria unos instantes, como una estatua. Totalmente inmóvil. Finalmente se inclinó hacia delante, frunciendo el ceño - Pero como le iba diciendo, tendré que pedirle que confíe en mis medios y se abstenga de hacer que sus fuerzas tomen el control de la situación.

Los ojos estaban fijos en Melas. Le miraba de forma firme, finalmente los desvió. Paseó la mirada por el bastón que llevaba y finalmente, su rostro perdió cualquier atisbo de línea en su piel. Cuando comenzó a hablar, de nuevo regresó a la búsqueda del cruce de miradas. La misma expresión serena y confiada.

-Al fin y al cabo es mi casa. No es mi neutralidad, es "nuestra" neutralidad. No sé si me comprende. No es aceptable que sus fuerzas tomen el control de la situación, capturen un prisionero y realicen una actuación tan estupenda como la suya. Estuvo fabuloso, es cierto, pero... ¿Qué sucedería al revés? ¿Qué dice eso acerca de "mi" neutralidad?

Se echó hacia atrás, permaneciendo erguida. Las piernas se descruzaron y los brazos se depositaron en el sillón.

- No es aceptable para mí, señor Melas.

Negó con la cabeza lentamente había dado un giro brusco, por un lugar que no esperaba, eso le había gustado pero ya tenía pensado su contra argumento. Pasó su mano por la corbata gris de su traje alisandola e introduciendola entre la chaqueta para cerciorarse de que no se arrugaba.

- Puede estar totalmente tranquila querida, mis fuerzas jamás tomarán por la fuerza su propiedad. Lo de la otra noche fue una actuación en legítima defensa, si alguien ataca está todo el mundo en su derecho a defenderse. -

Negó con la cabeza con un suave movimiento de lado a lado ondulando su cabello negro y brillante a la par que perfectamente cuidado.

- Señorita, el combate, mi actuación y todo eso viene derivado a un mismo hecho, el Sabbat no respetó la neutralidad de su local y la neutralidad en la que todos nos amparabamos los que entraron atacando fueron ellos, nosotros simplemente nos defendimos y procuramos enmendar lo sucedido de la mejor forma posible para que el local siga siendo neutral y el dueño en este caso usted jamás saliera dañada. -

Su mano izquierda se deslizó por la suave cobertura del bastón de arriba abajo sintiendolo bajo su mano a la par que observaba a su contertulia, con algo de interés. Pese a su gesto y con su escasa vestimenta ella posiblmente mostrara tanto que no daria pie a imaginar, el no desvió su mirada de su cara, quizás con otros su físico funcionara para confundir y desviar la atención, pero él estaba concentrado en su tarea.

Movió la cabeza negando, ceñuda de nuevo. Fue entonces cuando vió a Calvin y su carita bonachona. Alegró la expresión y le hizo una señal para que subiese con la bandeja, con varias botellas, una de ellas era de sangre.

- A eso mismo me refería. La legítima defensa de este lugar me corresponde. A mí, a los que trabajan para mí. Otra intervención que no sea la seguridad de este lugar amenaza el equilibrio.

Cuando el hombre dejó la bandeja en la mesa, le sonrió. Y se pudo ver como intentaba ocultar esa mirada depredadora e inhumana que tenía. Lo despidió con la mano.

- Aunque bien puedo sacar a los que intervengan en un acto, llamémosle conflictivo, a rastras y dejar que se maten a las puertas de mi casa. Y yo lavarme las manos.

Sonriente, juntó las manos, y comenzó a frotarlas entre sí, como quien verdaderamente se estuviese lavando las manos.

- Aquellos estúpidos cabezas de pala no eran más que carne de cañón sin cerebro. Fueron reducidos a cenizas. El mensaje es claro. Si vienes a joder, vas a salir más que jodido. Pueden dar gracias de que su fin fue rápido, yo no suelo serlo tanto.

Movió la mano al aire argumentando y se giró a ver lo que traia el hombre, no dijo nada pero sin duda la cara era la viva imagen de la estupidez, cuando dejó las botellas Melas movió la cabeza en un gesto de amabilidad hacia el hombre, seguro que con buenos gestos no se percataria de nada. Una vez le vió marcharse se giró hacia ella de nuevo y volvió a hablar.

- Entiendo su queja cuando si hubiera habido una provocación previa por nuestra parte, pero cambiese de lugar por solo un momento. Si usted fuera yo y un asesino entrara ahora mismo a acabar con su existencia ¿Se cruzaria de brazos esperando a ver que pasa? Yo siendo sincero no, con esto no desmerezco a su seguridad. Pero habían caido dos de sus hombres y según tengo entendido los atacantes o.. ¿Cómo los ha denominado usted? ¿Cabezas de pala? Eran cuanto menos poco razonables por tanto, ante un ataque inminente donde la integridad física propia corre peligro y no hay posibilidad de razonamiento solo está la alternativa de la defensa y en este caso totalmente justificada. Espero que con esto entienda que lo sucedido a mi no me agrada ni mucho menos pero dadas las circustancias que nos plantearon fue la única alternativa. -

Se recostó un poco en el sofá pues ella se había echado hacia atrás anteriormente y continuó hablando.

- Si le preocupa su neutralidad, por mi parte la veo intacta, pese a que el Sabbat se rió de vuestros principios y os atacó, el Cuervo Digital contigo a la cabeza se mantiene en un lugar de neutralidad y tranquilidad al menos en lo que a mi respecta. Pese a que no conozco la forma de obrar de ellos con demasiada certeza, el problema seria del Sabbat no tuyo, puesto que todo esto comenzó por ellos, sin duda deberían pediros perdón en breve. -

Tunguska gruñó, de una forma gutural y animal. Los dedos se aferraron al cuero, mientras se inclinaba hacia delante, con los labios fruncidos y el rostro como una máscara perfecta de furia.

- Lo he dicho bien claro. El que venga a joder, lo voy a joder vivo. Si uno de los tuyos viene y jode la marrana, lo jodo vivo. Si es un puto cabezapala lo jodo vivo y si son dos. Los saco a rastras a la calle a que hagan esa mierda de la legítima defensa y al que quede, como me haya arañado siquiera el puto parquet , lo jodo vivo.

Una mano se desprendió del sofá, aferrando la copa de martini que había en la mesa, repleta de antes de que llegara el Príncipe. Comenzó a apretarla hasta que se rompió en mil pedazos y la sangre que contenía se desparramó por la mano y el suelo.

Aquello pareció tranquilizarla. Al darse cuenta de lo que había hecho, cogió una servilleta de la bandeja y se limpió la mano.

- Lo lamento. Ultimamente tengo los nervios un poco... sueltos. - dijo, de nuevo con formalidad.

Se inclinó hacia delante y sirvió de la botella un par de copas limpias. Ambas eran también de cocktail, pero Tunguska hechó en la suya un chorrito de licor de canela. Removió el contenido con una cañita y miró al Príncipe como si nada hubiese sucedido.

- ¿Qué licor le gusta más para aromatizar la copa? - dijo, sonriente. Aún inclinada, enseñando una buena perspectiva de su escote.

La observó como poco a poco su cuerpo se iba tensando, casi contorsionando y como finalmente rompió la copa. Primer punto la chica parece irritable pero quizás en exceso ¿Será todo una simple interpretación? Melas miró lo que había sobre la mesa u continuó hablando.

- Claro, pero por el momento ninguno de los míos ha atacado aquí y actuaron para defenderse por un fallo de seguridad, no fue culpa suya, ellos se defendieron en el término más neutral de la palabra, si no se hubieran defendido el local parecía Sabbat ¿No crees? Dada la situación yo pienso que la resolución fue aceptada.-

Observa lo que se sirve y los dos cocteles, pero cuando Tunguska le ofrece el mueve su cabeza de un lado a otro negando con suma calma mientras ve algún trozo de cristal aún en el suelo.

- No gracias, sin querer sonar descortés pero soy muy peculiar a la hora de elegir mi bebida, cosas de clan. -

- ¡Vaya entonces eres...! - dijo, con una cara de auténtica sorpresa.

Le echó un chorreoncito más de licor de canela al cocktail. Volvió a removerlo y se lo llevó a los labios. Puso cara de que fuese una auténtica delicia. Con la bebida y mucho más satisfecha se apoltronó en el sofá.

- Usted dirá que gusta y le será "servido". Tenemos una vasta reserva de los más curiosos sabores

Extendió uno de los brazos señalando hacia abajo. Camareras hermosas de diversos tipos de cabello y etnias, que se movían justo detrás de la barra a toda velocidad.

- Dejémonos de esto o lo otro. He declarado mi postura, puedo seguir retorciendo las palabras y los sentidos de ellas, pero - se detuvo con el cristal rozándole los labios. Dió un sorbito - es mi casa. No voy a decirle en su refugio cómo ha de administrar las normas si dos invitados se pelean, pero este lugar resulta que es mío. Es por ello que le pido su colaboración al respecto y le ruego advierta a su gente de las normas de comportamiento. No deseo ni malos entendidos ni disputas con usted y los suyos.

Se llevó la copa a los labios. Cerró los ojos y paladeó el sabor de la sangre aromatizada con licor, con una expresión de evidente placer.

- Debería probar a aromatizar sus cenas. Este licor de canela le da un toque delicioso. - señalaba la copa con el índice de la mano libre. Después de ese inciso, clavó la mirada en Melas. Analizándolo, mientras sorbía distraídamente de la copa, de vez en cuando - Creo que deberíamos dejar de andarnos por las ramas. Ni yo le he invitado por nada, ni usted ha aceptado por nada. Es evidente por lo que le he invitado, pero, ¿qué es lo que desea al final de esta reunión?

No dió más pies a comentarios sobre lo que era o no era, simplemente observaba lo que tomaba la mujer mientras cambiaba su posición en el sofá con calma cruzó sus piernas, una sobre la otra en pos de encontrar una posición que le siguiera dando su natural templanza y le resultara más cómoda. Con su mano izquierda sujetaba el bastón que movía con calma por encima del suelo trazando círculos concéntricos con su punta, mientras sus ojos se desviaron por un instante a las bebidas.

- No me cabe la menor duda que sus sabores son de lo más gratificantes, pero creo que lo que requiero no se encuentra entre la selección que me ofreces, cosa que sin duda es una gran pena, pero es inamovible.-

Asintió concediendola la primera media sonrisa de la entrevista mientras su mano jugueteaba con su bastón.

- Tomaré nota de su sugerencia sobre aromatizar, aunque siempre he sido de sabores más tradiconales. -

Su sonrisa se amplío levemente al oirla hablar, sobre el ir directos al tema y luego la sonrisa desapareció, mientras Melas volvía a hablar.

- Desear... desear, es una palabra complicada y quizás desmesurada dada la situación Dígamos lo siguiente, usted es la dueña de un local donde hay una buena afluencia de cainitas y del que se presupone una neutralidad, como bien ha repetido usted a lo largo de la noche no obstante ña gente de la Camarilla fue atacada aquí y de no ser porque reaccionaron bien posiblemente podrían haber acabado con alguno. No viene de más conocer a una persona que regenta un importante local como el Cuervo y que ella de primera mano me garantice que lo que es neutral seguirá siendo neutral y por tanto no he de preocuparme más sobre incidentes como el último. Aparte de eso encontrarme con una belleza como la suya me ha hecho mucho más satisfactoria esta amable reunión. -

Le escuchó en silencio, pero esta vez no le miraba, sino con seriedad al contenido de la copa que agitaba, como si de un buen vino se tratase.

- Quiero dejar dos cosas muy claras. La primera es por qué no intervine anoche. El que haya una pelea, desigual o no, en mi casa es mi cuestión. Su gente debió acudir a mí en vez de actuar de forma impulsiva. Sus jóvenes y no tan jóvenes son muy ... - se detuvo, buscando en el líquido rojizo una palabra mejor - .... irresponsables. Todo el mundo conoce el rumor, quien busca gresca aquí, muere. Es tan fácil como eso.

Levantó al fin la vista de la sangre. Y tras darle un sorbo, buscó la mirada del Príncipe.

-Respeté su autoridad ayer noche, por ello me decidí a no intervenir. Si no, a estas alturas yo tendría esa sala más llena de cenizas y mi zona vip más llena de bonitos torsos estacados y usted menos satisfecho.

Mientras Melas no sonreía, ella lo fue haciendo. Poco a poco, comenzó a sonreír y como la mayoría de sus gestos, fallaban los ojos innegables de la Bestia maldita que realmente era, como el mismo Príncipe.

- Pero no se sienta en exclusiva. Si fuesen Sabbat, el caso sería el mismo. Es lo que venía explicándole de la neutralidad. Así como si fuesen independientes, anarcas o el puto ET. Todos tenéis el mismo derecho a que si me jodeis os joda yo aún más fuerte.

Las piernas se descruzaron, dió un sorbo apresurado a la copa, antes de dejarla a un lado de la mesita. Sin apartar la vista de Melas, continuó hablando, mientras abría la tapa del portátil

- Porque, como le explicaba con anterioridad y vuelvo a repetirle, es mi casa, y en mi casa yo administro la justicia y los castigos. Solo hay una manera de que yo no le devuelva cajas de cenizas o aumente mi colección personal de gilipollas tocacojones disecados.

Ahora sí apartó la vista del Príncipe, fijándose en la pantalla unos segundos, que le iluminó el rostro. Después, de haber encontrado lo que deseaba, giró la pantalla para que pudiese verla. Pertrechandose tras ella. Allí aparecía un despacho. Era una vista en directo de una cámara de seguridad. Era un despacho bonito, pero la particularidad, es que había clavado a las paredes dos vástagos horriblemente mutilados con un trozo de madera saliéndoles del pecho. Eran un amasijo envueltos en alambre de espino, con miembros donde no deberían tenerlos o carentes de ellos.

- Elíseo. - susurró, de una forma que incluso pareció sensual - Elíseo. Sea usted quien imparta los castigos. Yo les concederé privilegios a su gente.

Su boca delimitó una perfecta sonrisa que dejaba entrever sus perfectos dientes blancos, su cuerpo erguido y sereno se mantenía en la pose que ya había encontrado donde se sentía acomodado a su lugar, luego bajó su mano a la chaqueta y desabrochó un par de botones pues debido a la posición esta se estaba arrugando y era algo que jamás podia consentir.

Una vez terminó de cerciorarse que su chaqueta estaba intacta y no estaba bajo riesgo de arruga levantó la mirada de nuevo a la mujer que tenía frente a él y con la que estaba conversando.

- La gente de la Camarilla actuó como cualquiera hubiera actuado en su lugar querida, el problema fue del Sabbat no nuestro, es algo que por muchas ópticas por las que sea visto no va a cambiar, la cosa es asi y asi sucedió no hay más que añadir, solo dárla la tranquilidad de que nadie de la Camarilla vendrá a este lugar a buscar pelea pues no es nuestro estilo, la Camarilla actua más en el sentido de lo que iba a ser todo en un principio, una tranquila y distendida fiesta de disfraces. -

Luego desvío su mano acariciando la cabeza de su bastón y mientras lo observaba continuó hablando con calma y tranquilidad.

- No se hasta que punto eso es cierto querida, según pude ver esa gente del Sabbat no sabia aquello, ahora están muertos pero quizás por parte del Sabbat quieran mandar un mensaje no lo se, ahora solo se que dos de mis enemigos han muerto y han roto la neutralidad de este sitio, no es cosa mía solo es lo que sucede y por tanto debemos actuar en consecuencia. -

Sonrió al oirla mencionar el tema de joder más fuerte y se recostó un poco más en el sofá para mirarla más de frente y dijo con una sonrisa amable y algo seductora.

- Espero que no sea ningún tipo de amenaza eso o tendría que comenzar a molestarme, nosotros no golpeamos nosotros nos defendimos y como pudo ver con satisfactorios resultados, es bueno hacer llegar ese mensaje a la gente nos evitaremos confrontaciones absurdas como la aquí sucedida antaño. -

Su mirada se centró ahora en los verdes ojos de ella cruzandose con los suyos, unos ojos bonitos, bonitos pero extraños decía mucho más de ella que todo el resto de su cuerpo.

- Desarrolla la idea querida ¿A qué te refieres con privilegios? -

- ¿Amenaza? No señor Melas. Nada ha variado. Esta es mi justicia y como le digo, se aplica a todos de igual manera. Le estoy ofreciendo que pueda usted aplicar su justicia a los suyos. - echó una mirada sonriente a la pantalla - En vez de aplicarles la mía. ¿Realmente es capaz de asegurar el comportamiento adecuado por cada uno de los suyos? Yo no me arriesgaría a poner la mano en el fuego, más después de contemplar aquella desfortunada escena.

Apartó unos instantes la mirada de Melas, señaló con la cabeza y luego con las manos, gesticulando mientras hablaba y miraba hacia abajo, donde estaba el hombre bonachón. Aquel pareció entender lo que le decía, a pesar de lo que parecía escaso intelecto, por lo que la mirada regresó, a posarse en los ojos del Príncipe. Cualquier intento de seducción pareció pasarle desapercibido, y continuó con un tono de voz firme, aunque sereno

- Cualquier acto de agresión, o lo que yo considere agresión, contra mí misma, mis posesiones, el ganado que viene a festejar, cualquier invitado o... desautorizarme tanto a mí, como a mi seguridad en mi propio refugio, cuando ya había dado órdenes concretas. Eso, señor mío, lo consideraré como un acto de hostilidad abierta contra la república independiente de MI casa.

Calvin, subió precedido por unca chica. Una camarera. Y esperó, hasta que con un simple gesto, demasiado sutil, se acercó con la muchacha de piel de ébano

-No, no. No vuelva con lo de que han caído dos de mis guardas. Gente de MI servicio y a MI servicio y por la que no he de dar explicaciones salvo a mí misma.

Hacía hincapié en lo que creía que quedaba tan claro y que la Ley de la Hospitalidad acogía. Su casa, sus normas y el respeto al dueño del refugio.

- Yo de usted me olvidaría más del Sabbat, y procuraría pensar más en lo propio que en lo ajeno. El Sabbat ya ha recibido el mensaje y puedo asegurarle, que van a comprender con él las normas de comportamiento que rigen este lugar. Espero que no desee para los suyos la misma clase de modelo educativo.

Mientras hablaban y hablaban, la muchacha comenzó a inquietarse, pero ella estaba centrada en el Príncipe. En acomodarse en el sillón de cuero, remover la copa y continuar charlando de forma distendida.

- Para empezar le he indicado que los infractores de su gente, le serán enviados o inmovilizados para que usted les aplique su justicia como son las normas de la Camarilla. Me aseguraré así mismo de que ningún Camarilla sea agredido en el local, y por supuesto de su defensa. Además de tratar ese pequeño tema de la Mascarada.

Hizo un gesto y Calvin, el bonachón, sujetó a la muchacha tapándole la boca. La arrastró hacia Tunguska, y la hizo que se sentase en el suelo a sus pies. Se inclinó para seguir inmovilizandola, y tapándole la boca.

- Verá - dijo, mientras acariciaba la piel de ébano, solo que ahora tenía unas uñas largas, demasiado largas y afiladas en el extremo de sus dedos. Amenazando con rasgar la piel que recorrían. - es muy incómodo andar por casa con traje de "calle", por decirlo de una forma sencilla. Por lo que no soy estricta ni conmigo ni con ninguno de mis invitados a ese respecto. Puedo garantizarle, además de lo anterior, que en este local no habrá más rupturas, ni permisividad por mi parte al respecto. Aceptaré tanto los derechos como los deberes de un Elíseo.

La mirada se desvió del Príncipe, para fijar unos ojos depredadores en la chica. Primero, las garras se hundieron en la piel, y luego se inclinó, hincando los colmillos. La garganta fue abierta y tras saciarse de forma muy rápida, dejó que cayese al suelo agonizando, y ahogándose con su propia sangre.

- Prometo empezar por mí misma - dijo, alzando la mano chorreante de sangre, en señal de promesa - Perdón, uno de mis grandes defectos es la gula. Lamento mis formas. - miró una vez más a la chica y luego al Príncipe - Realmente es una lástima que no guste, estaba deliciosa.

- Tiene que caer en la cuenta de algo fundamental en todo este conflicto y que le he venido explicando durante toda mi intervención señorita. La gente de la Camarilla no habría hecho nada si su seguridad hubiera actuado correctamente, como no fue el caso y la integridad física de ellos peligraba ellos mismos tuvieron que defenderse, por tanto la situación que empuja a mi gente a actuar es primeramente el ataque sin sentido ni medida del Sabbat y seguidamente el infructuoso fallo y la lenta actuación de su seguridad. Por tanto la actuación de la gente de la Camarilla viene dada como efecto de dos causas que escapan a nuestras manos. No obstante y pese a que ni el Sabbat respetó la neutralidad del sitio ni el sitio cumplío con su seguridad yo personalmente me trasladé aquí para evitar en la medida de lo posible que los humanos corrieran vulos que pudieran perjudicar a ese negocio por tanto, deberia reformular sus palabras dada la explicación pues no para a juzgar desde el punto de vista adecuado. -

Hizo una pausa para observar los gestos de ella hacia el hombre bonachón lo suficiente solo para saber que se dirigia a él.

- Además de que si, estamos en su casa pero es mi gente la que fue atacada en un lugar que presume de neutralidad ¿Qué me hace pensar que no se avisó al Sabbat desde aquí? ¿Qué me hace pensar que no se facilitó la entrada de un hombre armado? Si la otra noche hubiera sucedido algo a mi gente yo tendría que dejar de considerar a este sitio como neutral ya que un lugar donde mi gente es atacada no es lugar neutral como usted comprenderá. -

Sonrió al oirla mencionar el Eliseo y la dejó hablar finalmente cuando hizo una pausa sonrió algo más, las juventudes no estudian historia y eso se paga.

- Verá señorita deduzco que no lleva mucho por Barcelona, no obstante le explicaré algo de su historia. El anterior Eliseo al actual fue destruido y sumido a cenizas por miembros del Sabbat. Como ve ellos no respetan ni aceptan nada, por tanto que yo declare o deje de declarar este lugar como Eliseo es algo que no garantiza nada si ellos no lo respetan cosa que no parece que vayan a hacer. -

Miró a la cara a la joven y sonrió despacio observandola cuando clavó los dientes en la muchacha de piel de ébano y silueta más que sugerente.

- Si, parece atractiva sin duda pero como ya la dije soy de gustos reservados. Una cosa más si llegara a mis oidos que alguien de tu entorno tomara represalias contra mi gente por lo de la otra noche me sentaria mal ya que el problema de falta de seguridad no fue nuestro y se que esta es tu casa pero tu casa está en Barcelona y yo soy el princpe de la ciudad. -

Dijo devolviendo la sonrisa a Tunguska con elegancia a la par que separaba un poco de su pelo de su frente.

Tunguska le devolvió la sonrisa. Una sonrisa manchada de la sangre de la muchacha negra, repleta de colmillos.

- Muy elocuente. Sí, desde luego es usted todo un magnífico representante de su clan. Pero está obviando los beneficios obcecándose en el Sabbat. Facción con la que desconoce usted mi "relación". Lo que sí hay un pequeño problema al respecto de "su" ciudad. Según tengo entendido, hay alguien más que declara esta como su ciudad, y no solo eso, el Obispo también considerará esta como su ciudad.

Se mostraba tranquila y relajada. Acariciaba el cabello de la chica muerta, pasando la mano ensangrentaa una y otra vez por los rizos. Jugueteando con cada mechón.

- Evidentemente, mi seguridad va a ser reforzada de manera inminente. Pero si lo desea puede ayudar usted aportándome algunos efectivos para incorporarse a mi servicio de seguridad. Ya sabe, en plan cascos azules, pero solo los aceptaré en caso de que usted acepte este lugar como Eliseo. Ya que no quiero aprovecharme de su amabilidad.

Mientras la chica, terminaba de agonizar en su regazo, empapándola de sangre. Se inclinó, y cogió la copa de Martini. Dió un sorbito y puso la copa en la herida hasta que se llenó un poco de sangre cálida.

- Verá, no temo nada, mi apreciado Príncipe. Si vienen a quemar mi local, porque es un Elíseo o porque el señor Obispo está preguntándose qué coño de lugar neutral es este que dejo que unos Camarillas tomen la justicia por su mano, como usted decía antes pero a la inversa, puedo asegurarle que van a morir. Ni maś, ni menos. Efectivamente, esto es aplicable a todas las facciones.

Con una mano, seguía jugueteando con el cabello de la chica, mientras con la otra daba pequeños sorbos. De forma distraída.

- Soy muy generosa. Si alguien desea el suicidio, ¿quién soy yo para negárselo?- se detuvo, con rostro de sorpresa, como quien se ha dado cuenta de algo - ¡Ah! Confianza, es confianza en mí lo que le falla. Soy una peligrosa independiente que desea un remanso de paz para todos. Eso señor mío, es un pensamiento muy Sabbat. ¿Teme que le ataque? ¿Que le asesine por la espalda? - levantó la mano, y la dejó caer con pesadez en el regazo, restando importancia. - Por favor, si hubiese deseado acabar con toda la cúpula de la Camarilla, lo habría hecho anoche. Todo cerrado, un bonito incendio y ... adiós muy buenas. Pero, ¿que hubiese ganado yo con eso? Nada. No le estoy hablando de confianza, eso lo ganaremos el uno del otro con el tiempo y con el trato. Estoy hablando de un acuerdo beneficioso para ambos.

Cogió una cajita alargada y rectangular. De madera labrada que había sobre la mesita y la abrió. La deslizó sobre la mesa hacia el Príncipe.

- Me alegra que no le guste. Eso quiere decir que no le gustan los ladrones. Esta desgraciada metía la mano en la caja. ¿Ve lo que decía acerca de la generosidad? Le he dado una muerte rápida.

Dentro de la caja había puritos habanos, junto a un par de pequeños encendedores dorados. La cajita estaba maś cerca del Príncipe que de ella, por lo que le hizo un gesto para que se sintiese libre de servirse él mismo a su gusto, tomó uno de los alargados cigarritos y se acomodó en el sofá.

-Si se disgusta porque aplique mi justicia...,- se detuvo de inmediato - ¡ah! ¿ve? De eso le he estado hablando durante toda nuestra conversación y por ese mismo motivo le he solicitado esta reunión. Estoy acogiéndome a sus normas, estoy pidiéndole que me conceda acogerme a sus normas, estoy dándole también participación en mi casa. ¿Acaso no lo ve?

Encendió el purito, y dió la primera calada. Un humo espeso, fuerte y muy aromático que enseguida llenó la estancia.

- Estoy dispuesta a escuchar cuáles son los privilegios que usted querría para su gente aquí.

- He de decir que me impresiona o por lo menos me es gratificante que se vea con poder para destruir a lo que el Obispo le mande o dado el caso hipotético lo que yo hiera, refrescante a la par de ingenuo, pero quien soy yo para negarlo. En cuanto al tema de las atribuciones de la ciudad ¿Quién es el que se esconde? Como usted ve yo no, si hacemos balance de muertos de un bando y otro en confrontaciones me temo que el Sabbat sale perjudicado. Como bien sabrá cada uno puede decir lo que le place no obstante la realidad difiere de las palabras de algunos, el Obispo lo sabe, yo lo se y usted lo sabe. -

Tomó un pañuelo que sobresalia del bolsillo frontal de su chaqueta y se adelantó un poco inclinando su cuerpo para limpiar una mota de sangre que había salpicado al romperse el primer vaso en manos de Tunguska.

- Me alegro pues que me de la razón en lo de que su seguridad fue ineficaz la anterior noche y también me alegra que esté tomando medidas para reforzarla, eso evitará que haya más ataques por parte de la gente del Sabbat y no me tendré que preocupar de que los míos vengan aquí, ya que sabré que saldrán vivos y sin problemas. -

Una vez limpió la pequeña mancha con el pañuelo lo movió para doblarlo con una mano con un movimiento que parecía ensayado ya que lo ejecutaba a la perfección y lo devolvió al lugar en el que estaba anteriormente en el bolsillo de su chaqueta.

- En cuanto a lo de mi confianza sobre usted, digamos que el exceso de confianza en esta sociedad es un peligro muy grande no obstante tengo la tranquilidad de que cualquier intento de hacerme daño o atentar contra mi persona la dañaria más a usted que a mi por tanto aquí estoy tranquilo, sino no hubiera venido solo ¿No cree? -

Se fijó en la caja de puros y vió como esta se deslizaba por la mesa para llegar hasta una zona cercana a él, luego volvió a mirar a su contertulia con el puro en la boca y con su bastón empujó la caja devolviendola al centro con cuidado.

- Agradezco la invitación pero como la dije al comienzo de nuestra charla soy de gustos algo complicados. Ahora bien supongamos que yo convierto este lugar en un Eliseo un lugar más seguro para mi gente y además consigo una serie de preferencias ¿Usted que gana? Pareceria que se decanta por un bando y no creo que sea porque simplemente le he caido bien y busca hacerme feliz. -

Apoyó el bastón bajo el rostro de la joven muerta y con cuidado de no mancharse de la sangre que ella aunemanaba cada vez en menor cantidad la movió observandola la cara.

- Por robar la mata, como veo la sutileza es casi el eslogan de este local. En fin como decía, era una chica bella. -