[Día 9] La gran sorpresa de Miss Belkin (Alice)

Noté su dificultad y las vueltas que daba a algo tan sencillo como era pedirme permiso para darse una ducha en ese momento, lo cierto es que ni siquiera necesitaba pedirme permiso, acababa de darle libertad para disponer de mi hogar como si fuera el suyo, una habitación, el baño, el salón y la cocina, podía deambular por donde quisiera, le había permitido quedarse allí, ¿Qué más necesitaba para dejar de lado aquella cortesía exagerada?

Quise decirle que conmigo no tenía que andarse por las ramas, agradecía sus modales y el cuidado que ponía en mostrarse respetuoso y no ofenderme, pero yo era una Brujah, tal vez una Brujah algo atipica, pero así y todo seguía prefiriendo las cosas claras y sin demasiados rodeos ni metáforas. No pude decir nada, porque él se apresuró en agradecerme y a girarse para ir al baño sin más.
Suspiré tras verle desaparecer tras la puerta y sonreí cuando escuché aquellas últimas palabras provenientes del interior del cuarto y cargadas de verdadera satisfacción.

Me volví hacía el dvd y decidí que pondría algo de música mientras esperaba a que Marco terminase de disfrutar de la ducha, eran las cinco de la mañana así que procuré no abusar del volumen, tenía vecinos que probablemente estuvieran dormidos a aquella hora y no quería provocar quejas, así que tomé el mando, le dí al play, y al momento la habitación se llenó de una suave melodía de piano que llenó el ambiente proveniente de los cinco altavoces situados en distintos puntos de la habitación, volví a dejarme caer en el cómodo sillón, Ulises saltó sobre mi regazo con la habilidad y rapidez de un gato y se acurrucó escondiendo el morro bajo una de mis manos, sonreí, y cerré los ojos relajándome contra el mullido respaldo mientras le acariciaba el suave pelaje.

https://www.youtube.com/watch?v=y0s7ycdUcHk

Las diáfanas gotas cristalinas de la ducha caían sobre su desnuda piel como si una lluvia templada de una noche solitaria y veraniega. Aquel fluido empapaba y discurría por sus oscuros cabellos tapándole su lisa frente y parte de su esmeraldina visión. Cada una de aquellas lágrimas se precipitaba a través de su delicado y suave rostro hasta reunirse en la zona de su mentón y provocar una precipitada y fina cascada.



Sus alargados dedos se deslizaban cuidadosamente sobre su cuerpo, frotándose con el gel que contenía en la ahuecada palma de su mano. Sus dedos apretaron en la zona del cuello para conseguir disipar la tensión que sus músculos acumulaban y mientras se enjabonó todo el cuerpo, dejó su mente completamente en blanco, tan sólo se limitó a disfrutar de aquel placentero momento de pura intimidad. El agua además de arrastrar el sudor y las partículas que pudieran quedar adheridas a uno de la contaminante atmósfera de las urbes, también era capaz de purificar y limpiar los malos recuerdos de Marco. Al menos así lo había hecho durante toda su vida.

"Es como volver a nacer..." pensó cuando sus manos finalmente giraron los grifos cerrar aquel constante flujo de agua. Tras abrir aquella portezuela de cristal y aferrar la limpia y blanca toalla de un tacto suave y aterciopelado, empezó a frotarse enérgicamente la cabeza, para secar sus cabellos y luego, se secó el torso y prosiguió hacia abajo.

Su mirada se posó sobre aquella empapada superficie reflectante que hacia años había dejado de reflejar su propio yo y con cierto aire divertido aproximó su dedo a estos y sintió como las gotas se iban uniendo por allí por donde pasaba la yema de su índice.



Un viejo recuerdo se reflejó en aquellos curvos trazos y tras observarlo, pasó la palma por encima de aquel infantil corazón y borró todo rastro y huella. Era difícil olvidar a alguien que había significado tanto para él, pero debía hacerlo y mirar hacia adelante, ya no era momento de dar marcha atrás.

Tras vestirse con su ropa interior y ajustarse el pantalón, entreabrió la puerta para ver si Alice podía prestarle una camisa suya y entonces, una súblime melodía llegó hasta sus oídos y se clavó en su corazón. La toalla quedaba caída en una U invertida entre su cuello y tapando en parte su velludo pectoral. Allí paralizado Marco no pudo hacer otra cosa que esperar hasta que la canción finalizará, sus músculos no respondían, aunque no tenía respiración, sabía que está se habría paralizado y su corazón hubiera imitado en igual medida a sus vecinos, si aún latiera.

Los ojos de ella se encontraban completamente cerrados y con gran cuidado y sigilo se acercó a ella y al cachorro para no despertarlos de aquel ligero letargo. Con gran delicadeza, posó sus dedos sobre el hombro de ella y acarició su piel mientras en voz susurrante hablaba.

-Alice, podéis prestarme una camisa nueva... la otra está empapada del vapor del baño... añadió mientras parpadeaba lentamente, en lo que parecía un breve destello verdoso, más propio del misterioso brillo de una luciérnaga en la noche.En aquel instante, la canción volvía a escucharse, debido a que Marco había debido pulsar el botón de replay.

https://www.youtube.com/watch?v=y0s7ycdUcHk

No le oí acercarse, no supe que estaba junto a mi hasta que no sentí sus dedos sobre la piel desnuda, la yema de sus dedos deslizándose con helada lentitud por la curva de mi hombro me arrancó un imperceptible escalofrío.
Abrí los ojos para toparme con los suyos verdosos y brillantes, mágicos, fijos en mi rostro, me di cuenta entonces que aún llevaba puesto el vestido negro que me había puesto para ir a la exposición de la joya del Faraón... Los zapatos estaban en la entrada, me los había quitado al entrar.

Me incorporé despacio dejando a Ulises a un lado en el sillón y me puse de pie tirando del vestido hacia abajo, ¿Cuánto hacía que no me ponía una prenda ajustada como aquella? Años...

- Sí, claro... - Respondí de pronto siendo consciente de otro detalle, la canción había vuelto a comenzar, extrañada miré hacia el dvd, él debía...
Volví a mirarle y la letra de la canción coincidió extrañamente con mi estado de ánimo:

Taffy stuck, tongue tied
Stuttered shoo, and uptight
Pull me out from inside
I am ready... I am fine.

Vamos Alice, ahora toca que te muevas, te ha pedido una camiset ¿Recuerdas?

- Voy a... Ahora te traigo una - Dije encaminándome hacia la habitación que sería la suya esa noche si finalmente decidía no dormir en el sillón. Me sentí aliviada al entrar en el cuarto y alejarme de su mirada, aunque fue como si, incluso habiendo salido de su linea de visión, Marco pudiera seguir viéndome. Esa sensación no me agradó ¿Qué demonios me pasaba?

Abrí el armario y busqué entre la ropa una de las camisas más grandes que tenía, no eran muy nuevas, pero sí muy cómodas. Elegí una de color gris y la saqué para ofrecérsela a mi invitado.
Antes de salir, aproveché para cambiarme de ropa, me quité el vestido y me enfundé un pantalon de tela fina y otra camiseta, luego salí y le tendí la prenda.

- Aquí tienes ¿Te ha gustado la canción? - Pregunté sintiéndome un poco estúpida mientras me sentaba otra vez en el sillón- ¿De qué querías hablar?