[Día 2 - Parc de la Ciutadella] Conociendo a la pequeña Mireille(Verónica y Marco)

Se colocó a su lado, con inseguridad, mientras miraba con mala cara a los pianos y parecía bastante nerviosa.

Se levantó de pronto y se alejó un paso del piano, volvió a acercarse un segundo y antes de terminar de dar el paso, ya estaba retrocediendo.
-Lo cierto es que preferiría no tener que acercarme demasiado. -expuso, nerviosa y con un deje de angustia en su dulce voz. -Os puedo escuchar desde allí -indicó, señalando un banco bastante apartado de los pianos. Y sin esperar su respuesta, se apresuró a colocarse a buena distancia del piano.

El Lasombra observó la extraña actitud de la pequeña, parecía querer pero no, como si se sintiera intimidada por un mero instrumento de música. Marco encogió los hombros y entonces giró su cuello y tocó la primera tecla para escuchar como sonaba el sonido. Al parecer, aquella pequeña nota invadió el ambiente que los rodeaba resonando en aquella acogedora noche cercana al invierno.

Entonces, tocó otra nota y otra y sus manos, como si de forma automática empezaron a hacer sonar una conocida canción, ligeramente meláncolica y de ritmo acelerado.

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Mientras los dedos de Marco se movía agilmente por aquella superficie de pequeñas teclas blancas y negras, sus ojos parecían permanecer atentos a cada uno de sus pulsaciones sobre el teclado. El rostro de aquel hombre se tornó serio, mientras poco a poco, embriagaba aquel rincón apartado del mundanal ruido inundándolo con aquella maravillosa melodía. En algún que otro momento, pareció cometer un pequeño error en los tiempos, pero rápidamente se adecuaba a lo que lo proseguía y lo cierto es que lo minimizaba.

Finalmente la canción llegó a su fin, y los verdosos ojos de Marco que en un principio estaban concentrados en no cometer ningún error, se dejaron llevar por el momento y disfrutaron los últimos segundos con los párpados cerrados.

-Bien... no ha sido tan catastrófico como esperaba... dijo abriendo los ojos y girando el cuello hacia la chiquilla mientras le sonreía... o se ha notado muchos los fallos...

Mireille estaba totalmente hipnotizada por la música, y al mismo tiempo, parecía estar a punto de echar a correr. Acabó cerrando los ojos con fuerza, como si no quisiera ver como tocaba Marco ni los pianos, pero escuchando atenta.

Cuando la música paró, no abrió los ojos si no que los apretó con más fuerza.
-No,monsieur. Apenas si he podido apreciarlos.-negó, mientras seguía con los ojos cerrados.

Cuando vio el rostro de la chiquilla completamente contraído para no ver nada, Marco arqueó una ceja completamente extrañado. Había tratado no con muchas crías, pero aquella sin duda era demasiado especial, no había duda alguna, así que se levantó y se acercó a ella con paso lento y elegante.

-Mireille... dijo mientras sonreía y tenía las manos apoyadas sobre su rodilla para estar a más baja altura ...el nombre de vuestro verdadero padre no empezará por vuestra primera letra cierto... ¿no seréis una de las chiquillas de Malkav? comento con total sinceridad, ya que durante su no-vida había tratado con pocos de ellos, ya que sólo tender a mantenerse alejados de sus extravagantes mentes.

Negó, mientras sonreía, nerviosa aún. -Me temo que no. No tuve la ocasión de conocerle.
Dudó unos instantes, pensativa, mientras se mordía levemente el labio inferior, intentando saber si era o no...
-Mi sire se llama Anatole.

- Tu sire se llama Anatole... repitió completamente extrañado al no haber oído nada de aquel nombre ...pues lo cierto es que no me suena el nombre de ese hombre, ¿a qué se dedica? preguntó algo intrigado.

Al menos sabía algo de Mireille, era cainita como él y todo parecía apuntar a que no de su secta, aún así debía investigar algo más acerca de aquella cría.

-Te importa que me siente aquí, mientras me cuentas algo de él... dijo señalándo el asiento, mientras esperaba la respuesta de la cálida niña.

Hizo un ademan con la mano, invitándole a sentarse.
-Lamentándolo mucho, me temo que no puedo revelar mucho de él, creo que ya he dicho demasiado. Del mismo modo, no creo que usted me contara el nombre de su Sire y luego cosas sobre él. No sé si me entiendes.

Marco se sentó junto a la chiquilla y escuchó aquellas sabias palabras, tan impropias de una cría de su edad. Entonces sonrió al escuchar su última frase.

-Os comprendo perfectamente Princesita, pero yo no tendría problema alguno de hablaros del mío... dijo delatando completamente su naturaleza vampírica ...es más si me lo pidieráis os contaría todo lo que sé de él... añadió con un destello travieso en sus ojos ... de todos modos, Mireille, me interesa más tú, ...cuanto tiempo hace de que caminas a solas por la oscuridad... preguntó intrigado, al ser la primera chiquilla que conocía y habían abrazado a tan temprana edad.

Sonrió, con una sonrisa dulce e inocente.
-Supongo que puedo resultar tan interesante para vos, como vos lo sois para mí. Así pues, si quéreis hablarme de vuestro Sire, estaré encantada de escucharos -hace un gesto con la mano, invitándole a hablar.

Se rió, de forma cantarina, mientras esbozaba una mirada maliciosa.
-En realidad me temo que muy poco, normalmente camino cuando he encendido la luz.

-Bien... dijo chasqueando la lengua, tras escuchar aquel gracioso comentario de ella empezó a hablar ...bueno, pues como os he dicho, os lo contaré todo sobre mi Sire...a ver, a ver... decía con gesto pensativo y cierta sonrisa perversa ...por donde empezar ... decía mientras sus yemas de los dedos golpeteaban rítmicamente sobre su barbilla y entonces, sus ojos se abrieron como si hubiera dicho eureka.

-Ahm, sí, está muerto... dijo con tono jocoso ...así que nada más sé de él, ¿queréis saber algo más?... dijo mientras agudizaba su mirada, para ver la expresión de aquella chiquilla que tan retorcidas frases decía.

Ella sonrió, de forma aviesa.
-¿Muerto?Oh, que pena. Siento vuestra orfandad. El mío, al igual que nosotros, está no-muerto, nada más.

Sonrió, divertida.
-Pero si ya a muerto no haces ningún daño contandome sobre él.¿De qué clan era? ¿Cómo se llamaba? Espero que no me digas ahora que te has confundido de término al hablar para así no contármelo, haría que desconfiara de vos -comentó, con su dulce sonrisa.

Marco sonrió ante aquellas astutas palabras así que no quiso defraudarla.

-Os agradezco vuestro más sincero pésame y os contaría mucho más de él, pero sabéis que una vez que una persona muere definitivamente... dijo entornando la mirada como si una expresión de tristeza ... se suele hablar solo de las cosas buenas que hizo... así que como comprenderéis no puedo contaros mucho más, ya que no me gustaría mancillar su recuerdo... dijo desviando la cabeza hacia abajo, mientras ocultaba cierta sonrisa victoriosa. Entonces volvió a alzar la mirada hacia la pequeña y desvió la conversación.

-Por cierto, ¿como fue vuestro abrazo? pregunto mientras apoyaba su barbilla sobre la palma de la mano y la miraba con gran atención.

Ella puso cara de penita, afligida.
-Entiendo que al sólo poder contar cosas buenas, no me podáis contar nada.

Le miró con atención, antes de hablar de nuevo.
-Ciertamente, no me gustaría tratar con verdades ocultas. Y ciertamente, prefiero no pecar de desconfiada. Pero me temo que si averiguo que no me habeis sido sinceros, mi compañía y mi ayuda, si fuera necesaria, habría cogido el mismo rumbo que vuestra sinceridad. -comentó, con dulzura, como quitándole importancia a sus palabras.

-¿Mi abrazo? Imagino que no os habeis dado cuenta, pero saludo más con reverencias, son más elegantes.

Marco captó el tono de las palabras de la pequeña y entonces con una leve sonrisa y dulce voz dijo mientras sus brillantes e hipnotizantes ojos la miraban fijamente.

-Entonces, mi corazón se encuentra completamente tranquilo, sé que siempre dispondré así de vuestra compañía... comento mientras su mente sabía que si había algo que siempre usaba él, era la sinceridad, pero no como suele estar entendida, sino en el sentido de usarla, literalmente. Porque uno no dejaba de ser sincero si omitía toda la información, aquello no significaba mentir.

Pero de nuevo escuchó una expresión que desviaba por completo la respuesta de la pregunta y soltó una pequeña carcajada. No podía culpar que aquella pequeña respondiera de ilógica manera a sus preguntas, algo le decía que pertenecía al Clan de la Luna.

-Entonces, eso significa que nunca habéis dado ningún abrazo a nadie... comento elevando una ceja y mirándola con aire juguetón ...y yo que os iba a pedir un abrazo, Princesita...

Ella sonrió, de forma dulce, como si estuviera muy feliz, o contenta. O quizá como si supiera algo que no se podía comprender, como una llave a cierto mundo prohibido.

Ella se puso seria un momento, concentrada, con uno de sus pequeños dedos en la barbilla, con actitud pensativa.
-Pues no, lo cierto es que no. Quizá sea algo que deba empezar a probar...

Marco entreabrió los brazos antes aquellas palabras, aquella niña le recordaba a lo que posiblemente sería a cualquiera de sus pequeñas sobrinillas que nunca había tenido el gusto de conocer.

-Bien, ... hoy estáis de fortuna...siempre hay una primera vez...dijo mientras miraba con cierta ternura a la pequeña, esperando que ella decidiera actuar de una manera u otra, no sabía si desconfiaría de aquel gesto de cariño o si todo lo contrario, como niña pequeña en su propia fantasía fuera abrazada por un apuesto caballero.

Ella le miró unos instantes, con desconfianza. Se asomó a los brazos abiertos de Jarko he inspeccionó el hueco, con curiosidad. Mirando y remirando.
Finalmente, se acercó y se estrechó entre sus brazos.
-¿Y ahora qué es lo que debe pasar?¿Qué finalidad tiene? -preguntó, con voz amortiguada por estar coontra su pecho.

Marco vio como aquella pequeña en un principio desconfiaba de aquel abrazo, pero finalmente cedió y estrechó sus cortitos brazos en torno al cuerpo de él.

Aquel hombre cerró sus brazos entorno a ella, como si de un padre se tratara y entonces escuchó las palabras de la pequeña y una amplia carcajada resono sobre el oído apoyado de Mireille.

-Se supone que los abrazos tranquilizan... o al menos se supone... comento con gesto risueño, mientras poco a poco se separaba de ella con lentitud y cuidado.

-Bueno, quizás queráis jugar algún que otro rato con otro tipo de amigo... comento para no decir delante de la niña la palabra víctima ... no quisiera yo volver a ahuyentar a nadie...

Ella asintió, mientras se separaba, como comprendiendo.
-Pues te recomiendo la morfina, es más efectiva...

Le miró, dudosa, ante sus últimas palabras.
-Tú no tienes mal aspecto... y puedes hacer así un desagravio-comentó, felizmente, mientras ponía uno de sus deditos sobre la muñeca de Marco.

-Vaya... dijo sorprendido cuando vio como los deditos de ella se ponían sobre su muñeca ... y yo que creía que te molestaba mi cercana presencia... añadió mientras retiraba completamente la muñeca y deshacía todo contacto.

En aquel instante aquel adulto se puso de pie, mientras sus verdosos ojos miraban a la pequeña, con cierta tristeza.

-Mireille, me gustaría ser vuestro amigo y quedarme un rato más contigo... dijo con voz sincera y apenada ... pero he tenido poco contacto con niños y menos aún, con niñas tan magníficas y especiales como tú, si os soy sincero, no quisiera heriros, pero desconozco que hacer para que confiéis en mi...

Ella ladeó la cabeza, mientras le miraba fijamente con sus grisáceos ojos, con atención.
-Para que puedas interactuar mejor conmigo, haré aquello que los niños no hacen. Me quitaré la máscara y la dejaré a mis pies hasta que dejemos de estar juntos. Así podrás estar con un igual.

Ella se irguió, del mismo modo que lo había echo Marco.
-Quizá podrías hacerme más partícipe a la empatía, contándome el mayor deseo que anhela tu corazón.

Marco escucho aquellas metafóricas palabras y luego vio como la pequeña imitaba su gesto y se ponía en pie, mientras lo miraba directamente a sus ojos. Aquello que le podía era imposible, no podía desvelar lo que él sabía, si se desprendiera de todos los secretos que había acumulado con los años, se quedaría completamente vacío y dejaría de ser él.

-Lo siento, Mireille, el mayor deseo que anhela mi corazón es algo que ya forma parte de mi vida... dijo notándose feliz y pleno, recordando el dulce rostro de su querida ...temo que si lo revelará la magia que lo une a mi, lo hiciera desaparecer... comento haciendo unos movimientos con las manos, como se desmadejara un tapiz ... si deseáis conocer más sobre mí, lamento deciros que deberéis tener gran paciencia conmigo, soy un joven muy reservado y si deseáis mi confianza, os digo que os resultará una ardua tarea... dijo con rostro serio mientras clavaba sus ojos en ella ...eso sí, en el momento que la obtengáis, os beneficiaréis de ella y de una gran y útil amistad... comento mientras en sus labios empezaba a difuminarse una leve sonrisa.

-Tú, Princesita, eres la que debe elegir, si sólo soy un ser que se ha entrecruzado por vuestro destino en una ocasión o deseáis, que volvamos a encontrarnos... comento, mientras las nubes ocultaron el rostro de la luna y una sombra pareció formarse en torno a la ciudad.

Ella sonrío ampliamente, al escuchar la respuesta de marco y observar su expresión.
-Vaya, vaya... Lástima que te acabe dando la espalda, y por destino o yihad, acabes separado de tu deseo ya conseguido, eso si no aparece el odio, rencor, remordimiento y otro sinfín de sentimientos negativos que te acabe alejando de él. Para sincerarnos, es algo que ocurrirá, y... bueno, ya verás lo que sucede. -musitó, mientras asentía con placer. -Creo que no temo desentrañar vuestros entresijos, y encajar las piezas del puzzle es algo que sólo necesita tiempo y rápida percepción.

Una sonrisa aviesa cruzó su rostro de muñeca. -Por supuesto, será un placer ver vuesra evolución.

Las palabras de aquella niña eran sensatas y muy maduras para su aparente estado corporal. Se apreciaba que aquella cainita había vivido varios años y que había dejado atrás aquella linda inoncencia y sencillez en el pensamiento, ahora resultaba tan retorcido e imbricado como el de cualquier adulto.

Una pequeña carcajada salió de él y con un gesto lento y repetitivo negó con la cabeza.

-Lamento contradeciros Princesita... dijo con tono cálido y alegre mientras posaba sus ojos sobre los de ella ...pero en ese aspecto os equivocáis, llevamos conviviendo más años de lo que tu mente pudiera imaginar y jamás el tiempo, la distancia o nuestros deberes nos han podido separar, es algo que no comprenderá hasta que lo vivas... o al menos, espero que alguna vez tengas dicha fortuna...

En ese momento, cruzó los brazos por delante del pecho y se llevó la mano a la barbilla, mientras la acariciaba en gesto pensativo.

-Ummm, habláis muy bien pequeña, pero os falta una serie de habilidades a la hora de tratar a adultos... dijo mientras separaba sus brazos y los ponía sobre sus rodillas para inclinarse hacia adelante y mirarla cara a cara ...sabéis que la empatía no tiene nada que ver con preguntar acerca del mayor secreto de una persona, a eso se llama fisgonear... dijo dándole un toquecito juguetón en la puntita de la diminuta nariz ...no me digáis que ... dijo haciendo un breve silencio ...sois como yo... una persona curiosa... terminó diciendo, mientras un ligero brillo picaresco destelló en los hipnotizantes ojos de Marco.

Ella se echó a reír de manera dulce y melodiosa, como una cascada. Posó sus ojos azules sobre los verdodos de marco y negó levemente con la cabeza, mientras seguía riéndose.
-Confianza,¿eh?Entonces la traición será doblemente dolorosa. Veremos en que se convierte ese amor después,sí. Y si la memoria no me falla, yo diría que, lo más probable, es que desemboque en odio, y cuando ya se haya envenenado cada recuerdo, en venganza y muerte.

Ella se volvió a reír.
-¿Habilidades para tratar con adultos? En el fondo no sois si no niños que juegan a ser mayores. Lo único que podéis entender, es vuestra propia ambición y poder. No necesito habilidad para tratar con alguien que siempre se considerará superior a mí, y me tratará de forma vacua, con demasiada altivez como para ocultar su desinterés y su prepotencia. No monsieur, no las necesito. En todo caso, a ellos les faltan habilidades para trtarnos, por eso, nuestro juego es más peligroso que el suyo -una sonrisa retorida a la par que hermosa y un brillo de peligro en sus ojos, se pudieron percibir mientras hablaba. -
La curiosidad es el nombre elegante del chismorreo y el fisgón, y como niña, soy libre de utilizar todo ello sin que sea mal vista. Es parte de la naturaleza de los niños,¿no? = como dicen los adultos:" Qué preguntas que hacen los niños"