[Día 7 - Refugio Alice] Tras la tempestad llega la calma...¿O no? (Sergio)

Había sido una noche larga. Joder... Muy larga.

La insistente melodía del móvil me despertó, me sacó de un sueño profundo del que deseaba no salir. Alargué la mano con un gruñido y cogí el aparato con un manotazo para descolgar y acercármelo al oído sin mirar siquiera quién llamaba.

- ¿Qué? - Fue todo lo que pude vocalizar, tenía la boca pastosa y me pesaba cada músculo como si fueran de hierro forjado, puta resaca.

¿Cuánto hacía que no tenías resaca, Alice? Ummm, nota mental, salir de juerga con una neófita tiene sus consecuencias.
La voz de Sergio al otro lado me hizo salir de mi estupor, parecía enfadado y preocupado a un tiempo, por lo visto llevaba un buen rato llamando y ya iba a enviar a las fuerzas especiales a buscarnos, hubiera pensado que exageraba, pero tratándose de Sergio, supe que lo hubiera hecho, el maldito ejército de España detrás de dos vampiras estraviadas, para película de Woody Allen.

Me incorporé en la cama y me sentí mareada y sedienta. Me pasé una mano por el pelo y me froté los ojos.

- Estamos bien, solo fue... Una noche intensa...- Mi voz sonaba como la de un camionero, Sergio dijo algo en un tono demasiado alto y demasiado brusco y colgó. Miré el teléfono y volví a gruñir.

- Joder, hermano, qué modales, luego soy yo la bruta...- Farfullé saliendo de la cama para avisar a Mía. No recordaba bien cómo habíamos regresado al refugio, si solas o acompañadas, desde luego acompañadas estuvimos toda la noche. Sobretodo ella. Eso mejor no se lo contaríamos a Sergio. Sí, mejor que quedara entre nosotras.

Salí de mi habitación y me tomé un rato para darme una ducha rápida que me despejara, luego me vestí y me dirigí al cuarto en el que dormía la chiquilla, golpeé con los nudillos y no obtuve respuesta. Pensé que tendría que entrar, y ojalá no hubiera nadie más en la cama con ella, o iba a tener un serio serio problema...

En ese momento sonó el timbre de la puerta. El problema ya estaba ahí.

Sergio entra como un ciclón, habla demasiado alto, o será que a mí me lo parece, cierro un momento los ojos y me llevo una mano a la frente mientras le sigo.

- Hermano, ¿Por qué gritas? Baja dos rayas el tono ¿Quieres?- Le pido mientras él se deja caer en el sofá - Era noche de chicas, y tu chiquilla estaba conmigo, no iba a pasarle nada, al menos nada malo... Creo que se divirtió mucho, y de paso yo no me lo pasé mal.

Reprimo una risita al ver su expresión mientras voy hasta la puerta de la habitación de Mía, giro el pomo y entro.
Lo que imaginaba, está tumbada sobre la cama, gracias a Caín, sola, y vestida solo con la ropa interior, el resto de su vestuario está desparramado por el suelo. Si alguien ha estado aquí con ella, ya se ha ido, por suerte para las dos.

Le pongo una mano sobre un hombro y la agito hasta que abre los ojos con esfuerzo.

- Sergio está en el salón esperándote, date una ducha, vístete y reúnete con nosotros.

Ella abre los ojos como platos cuando escucha "Sergio", se incorpora con rapidez y mira en todas direcciones. Esta vez sí, suelto una risita y me giro para ir de nuevo hasta la puerta.

- Espabila, no está de buen humor.

Luego salgo. Tras unos diez minutos, Mia entra en el salón y saluda a su sire con una tímida sonrisa y un gesto de la mano, luego me lanza una mirada interrogativa.

- Siéntate, ¿Quieres beber algo? - Miro a Sergio- ¿Os deje solos?

El tono de Sergio no me resulta agradable, sus palabras tampoco, y así lo doy a demostrar, frunzo el ceño y le miro con todo el orgullo.

- No me hables como si te hubiera dejado abandonado en medio del infierno para irme de juerga - Le espeto- Tengo derecho a salir y a divertirme, además, tú fuiste quien dijo que se iba al bar con Adriana, ¿Qué pasa? ¿no te salieron bien los planes?

Me siento en el sillón frente a él con actitud ofendida.

- No necesito ninguna aspirina, mejor tómate tú un tranquilizante, te hace más falta- Digo y espero que diga lo que ha venido a decir.

Escucho a Sergio y algo en su tono me hace no contestar inmediatamente, y pensar en ello. Según me ha dicho, el vínculo es quedar atada a alguien emocionalmente, pero ¿Acaso no lo estoy ya? Es quien me creo, quien me dio una segunda oportunidad, supongo que lo que soy ahora se lo debo a él, y está claro que en este mundo habrá cosas mucho peores que él, mejor ser esclava de un buen señor que de uno malo ¿no?

- Si crees que es lo mejor para mí, hagámoslo, confío en ti.

Pongo una mano bajo su barbilla y hago que vuelva a alzar la cara, mis ojos se clavan en los suyos.

- Que va, no lo es en absoluto - Le digo- Después de esto ya no podré decir que actúo libremente, así que al menos puedo darte un beso como último regalo.

Acorto el breve espacio que nos separa para besar sus labios, cierro los ojos y me concentro solo en eso, en el tacto de su piel contra mi piel mientras mis manos sujetan su rostro.

No sé por qué me cuesta trabajo mirarle, pero así es, un huracán de sentimientos se agolpa en mi pecho haciendo que este momento sea mucho más difícil de lo que creía, no sé lo que me espera, no sé qué será de mí, ni sé si esto nos ayudará, pero sus palabras solo me hacen pensar en más muerte, en más sangre derramada y en más dolor.
No creo que eso sea bueno para nadie, pero si es la única solución que él encuentra al miedo de perderme, que así sea.

Inclino la cabeza y me acerco a su cuello, antes de romper la piel con los colmillos, susurro dos últimas palabras.

- Te quiero.

Después dejó que el olor de su sangre tire de mí y se lleve parte de mi razón mientras su sabor llena me llena la boca y corre por mi garganta en lo que me parece un torrente delicioso y cálido.
A medida que bebo, mis manos aferran con más fuerza su cuerpo contra el mío, y mis labios se cierran sobre su piel para no dejar escapar ni una sola gota de el preciado liquido. Intento encontrar la fuerza para detenerme en algún momento, y cuando me separo de él, lo hago con un esfuerzo sobrehumano.

- ¿Estás bien? - Pregunto tras un momento.

Entiendo sus palabras, pero no llego a comprenderlas del todo, ya no. Ahora de algún modo todo es como tiene que ser, ahora tengo claro lo que quiero y lo que deseo, ahora sé cuál es el motivo de que esté aquí, sé cuál es mi fuerza para abrir los ojos y caminar cada noche, sé a quien debo seguir, a quién debo proteger y a quién debo amar.
Ahora todo está muy claro. Tan claro que simplemente correspondo a su abrazo y asiento a sus palabras.

- Lo único que necesito para estar bien lo tengo ahora mismo frente a los ojos- Digo separándome lo justo para mirarle- Mientras no te separes de mí, todo será como tiene que ser.

Al escuchar la llamada de Sergio incluso sobre el volumen de la música, me quito los cascos del iphone y acudo de nuevo a la sala, donde ambos, sire y chiquilla, están sentados, mirándome. Dos pares de ojos cuyas miradas rebosan tantos sentimientos, emociones, miedos y odios que quisiera no tener que mirarlos.
Está claro que nunca estaré lo suficientemente lejos como para ignorar el dolor de las pérdidas que se producen a mi alrededor, realmente lo lamento por los dos, porque ninguno de ambos me es indiferente, por mucho que quiera aparentar lo contrario.

- ¿En qué puedo ayudarte, hermano? - Digo fijando la mirada en Sergio.

Una vez más tengo que hacer gala de toda mi fuerza de voluntad para ocultar la ansiedad que me producen las palabras de Sergio. Años y años de ocultar mis pensamientos y sentimientos sirven ahora para mostrar una fachada serena y fría ante el sire y su chiquilla.
Mi respuesta es un simple asentimiento de cabeza, mientras me preparo para lo que tenga que venir.

- Es segura, no te preocupes, habla. - Le digo sin dejar de mirarle.

Arqueo una ceja ante su petición, pero mi expresión sigue siendo inescrutable.

- Si es un entrenamiento letal, no te tragues la milonga de que no va a ser peligroso, Sergio, si no quisiera hacerte daño, no te habría pedido que llevases a un ser querido ¿No crees? - Mis palabras son frías y están cargadas de cierta ironía - Pero si necesitas que te acompañe, lo haré - Mis ojos se desvían hacia Mia que se acurruca contra Sergio cuando éste le coge la mano en un gesto protector, entiendo tan bien cómo se siente el Brujah, que tengo que luchar con fuerza para que las emociones no afloren en mi rostro- ¿Con quién la dejarás a ella?