[Día 2] El encanto Malkavian [Cuervo Digital] (Alice y Mireille)

Alzo las cejas, visiblemente interesada.

- ¿Y cuál es tu familia deseada? - Pregunto, quisiera saber sobre cómo fue abrazada o por quién, y por qué a esa edad, pero guardo silencio, no es el momento ni el lugar, apenas si acabamos de conocernos, y ella ha vivido mucho, pero está claro que en muchos aspectos, sigue siendo una niña, no imagino cómo a debido ser su vida viéndose durante siglos como una pequeña de 5 años- Cuéntame, y después yo te contaré otra cosa, lo que tú quieras.

Sus mejillas se encendieron y sus ojos brillaron en el mismo instante en que empezó a hablar.
-Desearía una familia grande y unida. Un lugar donde sentirse cómoda y protegida, donde sepan aceptar a cada uno con sus méritos y defectos, y donde juzgar no exista. Que haya paz y cariño en cada uno de sus actos e intenciones y que la mentira no tenga cabida, donse seamos, simplemente, como cada uno es en cada momento, sin fingir ni actuar y que seamos queridos con todo ellos. En definitiva -suspiró, como si volviera a la realidad, -Deseo una utopía.
-Has dicho lo que yo quisiera,¿eh? -sonrió de forma pícara, -Así que si no lo haces me demostrarás tu falta de sinceridad y honestidad. Dime, ¿Cuál es tu mayor secreto que jamás habrías deseado contar a nadie?

Abrió los ojos, visiblemte sorprendida.
-Lo ciero es que no me esperaba tu sinceridad... -se mordió el labio inferior, con preocupación, -No tienes que hablar de ello si no quieres, pero... Si quieres hablar estoy aquí -te sonrió, cálidamente, mientras extendía boca arriba una de sus pequeñas y frágiles manos, hacia ti, con un gesto que indicaba claramente, una invitación a coger su mano

Miré su pequeña mano y tomé aliento. Me había esforzado tanto por no demostrar nunca mis verdaderos sentimientos, que resultaba difícil dejarse llevar por la necesidad de sentirse cercano a alguien aunque fuera una sola vez.
Finalmente, tomé la mano de Mireille con mucha más naturalidad de lo que hubiera podido imaginar, curiosamente el gesto me confortó de alguna extraña manera que ya no recordaba poder disfrutar.

- ¿No esperabas sinceridad? - Preguntó con sorna arqueando una ceja- Me ofende primogénita, creí que teníamos un trato. En realidad me cuesta no ser sincera, por eso procuro no hablar demasiado, sobretodo delante de quien no debo.

Hago una pequeña pausa.

- Y ahora dime ¿Puedo confiar en que mantendrás a salvo mi secreto?

Cuando colocó su mano sobre la de Mireille, la apretó levemente para darle ánimos. Alice notó que había calentado su sangre previamente y también, que no había casi fuerza en su mano.
-Lo cierto es que no. Nunca la espero. En realidad ni si quiera suelo contar con que me la den cuando pregunto cualquier cosa. Una vez yo fui sincera, hace mucho -sonrió tenuemente, distraída, -Pero lo cierto es que dejé de serlo de aquella manera. Supongo que son cosas que pasan -sonrió, encogiéndose de hombros despreocupadamente.

Se cerró con un cadado invisible los labios y tiró la llave, tal como había hecho una vez en la reunión de la primogenitura.
-Ni un maullido - afirmó, con rotundidad. -¿Era humano? -se notaba que aquello la había intrigado, -Siempre me interesó como habría sido ser madre... -un rayo de tristeza cruzó sus límpidos ojos.

Estaba totalmente inmóvol, escuchando. Parecía que tu Sire le había llamado la atención.
-Lo más probable es que siga viva, ¿no intentaste buscarle? ¿No le sonsacaste nada a Iulian?

Mireille se había puesto nerviosa, se le notaba. Parecía a punto de abalanzarse sobre la pista de baile y empezar a ritar "Joel".

Sonrío, y su sonrisa dejaba ver muchas cosas diferentes. Era una sonrisa verddaderamente peculir y la vez atrayente.
-¿Sabes? Nuestro mundo no es tan grande como se puede creer. Siempre hay rastros. Es muy probable que tu hijo sea un cainita, de todas formas, si algo sé desde que comencé a vivir, es que todo vampiro tiene una razón para sus actos, incluso cuando ni si quiera son conscientes de buscarlos...
-¿Tienes alguna forma de contactar con tu Sire o alguna fotografía? -de nuevo aquella extraña sonrisa, que parecía ocultar todo un mundo detrás.

Levanto sis frágiles manos, en gesto de no intervención.
-Dudo muchísimo que Joel haya muerto, pero es tu decisión. De todas formas, si yo pudiese recuperar algo de mi antigua vida lo habria hecho hace mucho.

Asintió, para dar a entender que no haría nada.
-Esperémos que tu pasado no empiece a inmiscuirse en tu presente y futuro. Es una mala costumbre que tiene. -comento, sonriente, mientras se alisaba con las manos los pliegues de su falda. -Supongo que tengo un don natural tardía -añadió de forma pícara mientras sonreía.

-No te preocupes, no haré nada que no desees -aseguró con calidez. Pero cuando oyo tu siguiente pregunta su cara se contrajo, y sus ojos echaron un brillo lacerado.
-Como es lógico, no pude tener hijos antes de nacer como cainita -expusó, con un nota leve de rencor en su aterciopelada voz, -Me temo que mi deseo de ser madre se ha visto tan realizado en esta vida como en la mortal.

Se notaba que no le agradaba hablar del tema y que le había hecho daño recordarlo. Se cruzó de brazos como si tuviese una rabieta de niña, pero la mirada lejana que dirigió a la pista era muy adulta.

Sonreí con paciencia.

- Vamos Mireille, no te enfades, yo te he hablado sobre un tema muy doloroso para mí, pero creo que me ha venido bien hacerlo, nunca lo había contado a nadie, es como si me hubiera quitado un gran peso- Le digo mirándo su rostro infantilmente hermoso- Ya sabes que cuando quieras hablar, yo estaré dispuesta a escucharte igual que tú has hecho esta noche conmigo. No podemos cambiar el pasado, pero tampoco debemos dejar que nos estropeé el presente y mucho menos el futuro ¿Estás contenta siendo lo que eres?

Hizo un gesto con su mano, quitándole importancia a sus palabras anteriores.
-No era por ti, lo siento si he dado esa impresion.

Suspiró profundamente, como si las palabras le costasen. Tardó unos minutos en dejar de rehuir con la mirada y contestar.
-Soy lo que soy, me guste o no. Pero prefiero mil veces la vida maldita que me ha tocado vivir a tener que volver a soportar que me traten como un mostruo. No puedo cambiar quien soy y odio y amo al mismo tiempo mi existencia, del mismo modo que lo hice con mi familia mortal y con mi Sire cainita

La observo mientras habla y asiento al final. Su mano ya no sujeta la mía, la ha soltado para cruzarse de brazos.

- Hemos sufrido, y seguramente seguiremos sufriendo, pero también hemos pasado buenos momentos, ¿Verdad? ¿Qué tal si ahora hablamos de eso? - Busco sus ojos y compongo un gesto pensativo- Tú primero. Cuéntame algo divertido.

Sonrió de forma expontánea y dulce. Era fácil notar que era alguien que siempre estaba sonriendo.
-¡Adoro las mariquitas! ¡¡Me encantan!! -exclamo, emocionada, mientras sacaba otro teléfono como el que le dio a Sophie en la reunión de primogénitos. -Tengo vestidos también con mariquitas -comentó de forma nerviosa, como si no se pudieseimaginar la falta de mariquitas en ellos,-Y pijamas,claro.
Con los deditos de su mano, empezó a contar sus tesoros.
-Y gorros, y tazas, zapatillas, colchas, papelera,claro. Y también mis pendientes, y anillos y el collar que me regalaron, y busqué una nevera, pero no había... -negó con la cabeza, con fastidio, como si el mundo le hubiese hecho una buena faena con eso.

-Estoy a puno de iniciar una cruzada con ranas. Las ranas también están bien, No son mariquitas... pero están bien.

Su explosión de felicidad y palabras había sido más que evidente, debian volverle loca literalmente.
-¿Que te gusta a ti? -inquirió, mientras comenzaba a balancearse sobre su silla.

Suelto una risita mientras la oigo hablar tan emocionada, casi da saltitos encima del asiento.

- Las vacas - contesté a su pregunta sin ningún pudor y con total convicción - Caray, me encantan las vacas, en serio, hace tiempo tenía peluches de vaca, tazas de vaca, mantas blancas con manchas negras, como si fuera piel de vaca, ya sabes - Suelto una risita - Jajaaa, me apasionaba, las mariquitas son divertidas es cierto, y las ranas también, no hay duda ¿Qué más te gusta? ummm a mi leer, es otro de mis secretos, prefiero hablar antes que golpear y leer antes que disparar ¿es raro en una Brujah? Me la suda.

Mientras hablaba de las vacas Mireille había puesto una expresión que reflejara lo que pensaba sobre el tema, mirándola como si fuera la loca más trastornada que hubiera conocido.v¡Loca! ¡como una regadera! ¿vacas antes que mariquitas? ¿En qué clase de mundo cruel había ido a a parar?

Tu comentario sobre la lectura parecio que le hizo efecto, pues su cara se relajó, distraída.
-¡Oh, sí! ¡Los libros me pasionan! Tengo una extensa y lujosa biblioteca desde niña para mi disfrute personal. Además, colecciono ejemplares raros y antiguos. Mientras hablaba se podia apreciar que aquel tema la entusiasmaba vivamente.

-Lo cierto es que tuve el placer de conocer a otro Brujah como tu, en Madrid. Hace mucho los Brujah no eran tal y como se conocen hoy día, eran como tú -afirmó mientras la miraba fijamente, -Puede que un día ellos vuelvan, y así no te sentirás tan sola.

Se rió de forma cantarina antes de añadir.
-Hubiera ceído que no eras Brujah de no haber sido por tu último comentario.

Asintiete ante el interés de Alice, se nota que los libros apasionan a la niña y encontrar una igual la ha encantado.
-Sí, por supuesto. Estaría encantada, aunque me temo que no podrás ver mi obra al completo, puesto que está dividida entre todas mis mansiones por Europa. Pero sería un placer mostrarte la que tengo en esta ciudad.

Enarcó una ceja de forma sutil, antes de continuar.
-Bueno, una biblioteca se tiene o no se tiene, ¿Qué es lo que posees tú, Alice?

Sonrie ensimsmada, mientras lo recuerda.
-Ludovico, nos conocimos hace ya por casualidad. Me encontró cuando todavía estaba muy perdida. -se notaba el cariño en su voz de niña al hablar de él. -¡
Oh, Alice! Te aseguro que se puede saber el por que la decadencia que sufrió tu clan, del mismo modo que se puede saber por que algunos malkavians no tienen dementación.

Sonríe mientras te quiña un ojos con amabilidad.
-Estaré encantada de que vengas cuando gustes a mi biblioteca, puedo prestarte libros también e incluso servirte de guía -añadió, divertida.

Dudó unos segundos.
-Hace mucho que no volví a saber de él, nuestra sociedad no es famosa por sus lazos y su conservación,¿no?

Puso cara de concentración unos instantes.
-Leí algo al respecto hace años, cuando aún era muy pequeña. Quizá la información no sea del todo correcta, no sé como de bien lo recuerdo. -explicó, mientras hacía memoria.

Sonreí levemente, intentando no mostrar el ánimo que me embargaba al escuchar sus últimas palabras.

- Bueno, correcta o no es más de lo que nadie me ha revelado nunca - Le digo- ¿Qué puedes decirme?