[Día 2] El encanto Malkavian [Cuervo Digital] (Alice y Mireille)

-Sí... -asintió, recordando a los Giovanni. -Tampoco son muy de mi agrado. Pero los tremere... -hizo un sonido con la garganta, parecido a un gruñido.

-¿El sabbat? -resopló un momento, mientras miraba al techo. -Te venden una falsa apariencia de libertad mientras te manipulan como carne de cañón para sus fines. No todos sus miembros son asesinos a punto de saltar sobre ti, pero en estos casos es o porque quieren salir o porque entraron por motivos distintos a sus ideales. La mayoría de ellos están condenados a su desaparición por sus propias ideas, algo muy loable si no fuera porque muchas de ellas son estúpidas. No sienten respeto por nada ni por nadie, y suelen manejarse más como niños pequeños con rabietas y caprichosos, lo único que ven es la satisfacción de sus deseos ahora y por encima de lo que sea. Se matan hasta entre ellos para conseguirlo.

Asiento lentamente a sus palabras.

- ¿Has conocido alguna vez a un Sabbat al que merezca la pena respetar? - Pregunto intentando no parecer demasiado interesada en el tema.

Asintió, con una sonrisa.
-La verdad es que muchos resultan fascinantes para conocer, el problema suele ser las ansiass de matarme. Pero si te refieres a cainitas más... tolerantes,sí. He conocido algunos, pero se engloban en las dos categorías. Llegaron a la secta por su Sire y desean cambiar o por otros motivos. También hay algunos que incluso siendo partidarios de las ideas del Sabbat, saben discernir y tratar como si fueras otro vástago y no un contrario.

La miró, con una sonrisa pícara.
-¿Has conocido algún Sabbat en Barcelona?

Asiento a su pregunta.

- Sí. Pero resultó ser bastante... fanático - Le digo- Demasiado inhumano y orgulloso de serlo. No creo que hubiese dudado en matarme de habernos encontrado en un lugar no neutral.

Se ríe, divertida, mientras junta sus manitas en actitud de ruego y mira al techo.
-¡oh, Romeo, sálvame mi Romeo! -musitó, con actitud implorante. Paró y se echó a reír de nuevo. -No me negarás que no hay ningún Romeo que corriera a auxiliarte en caso de que te encontraras en peligro.

Aplaude, entusiasmada ante el comentario de Alice.
-He ahí el espíritu Brujah que sabía debía esconderse detrás de libros y filosofía -le guiñó un ojo, pícara, mientras reía con fuerza. -Era lógico que estaba la fuerza en algún lado. Pero seamos sinceras, ¿no desearías tener a tu lado alguien que cuidara de ti, a pesar de no ser necesario? ¿Un compañero?

- No - Digo con rotundidad- ¿Es tan raro eso?

Se encogió de hombros, dudosa.
-No lo sé. Es lo que siempre veo en la tele. -comentó, con un titubeo -¿O no es así?

Ella la mira, dubitativa. Cierra y abre la boca varias veces, queriendo decir algo, pero arrepintiéndose en el último momento. Al final, suspira, coje aire y le pregunta, con curiosidad y emoción.
-Alice... ¿Cómo es amar?

A pesar de que Alice a hecho mella en Mireille con su comentario, ella no puede terminar de desear algo que no entiende.
-Entonces... ¿el amor es como la sed? -comentó, confusa. Era evidente que no tenía nada mejor para comparar y aquello la frustraba.

La sonrisa de Mireille flaqueó con el último comentario de Alice. Mireille parecía feliz porque ella no le daba importancia, y de repente... Cambiaba de idea.
-Tal vez alguien me ame... Puede ser posible,¿no? -comentó, de forma despreocupada, mientras su sonrisa vacilaba. Se podía apreciar que era una sonrisa triste, desconfiada. Ni ella era capaz de tomar en serio su comentario. -Quizá ya haya amado y no me haya dado cuenta, ¿no? A lo mejor es que no lo he visto. Por que no se ve, claro. Eso lo sé. Puede que no me haya enterado, o que haya cambiado a otra persona o algo así, eso pasa,¿no?
Había comenzado a hablar de forma aturullada y confusa, como si intentara convencerse a sí misma de que no se había perdido nada, que lo más probable es que no lo hubiera visto, que quizá no era tan importante como había dicho Alice al final.
La miró cuando acabó de hablar atropelladamente, con una mirada anhelante. Como si suplicara a Alice que le dijera que llevaba razón.

Puso cara de extrañeza ante las últimas palabras de Alice, desconcertada.
-No, claro. Eso sería muy insensato e ilógico por mi parte, ¿Por qué querría hacer nadie una cosa así?

Ella se echó a reír de forma dulce y melodiosa.
-No, claro. Es mi tapadera en este mundillo comlicado para los míos.Pero creía estar haciendolo bien... ¿en qué me he equivocado? Soy baali. -añadió, finalmente, mientras miraba a la primogénita con curiosidad, esperando que su reacción fuese igual de pacífica que siempre.

Clavo mis ojos en los suyos.

- ¿Baali? - Pregunto más interesada que sorprendida por la respuesta, supongo que ella está siguiendo con mi broma, pero el tema de los Baali me resulta interesante - No sé mucho sobre esa linea de sangre... Se cree que están extintos, ¿Verdad? Leí algo no hace mucho sobre que rendían culto al diablo. Ummm si tan solo no fuera tan difícil encontrar información acerca de otros clanes, aunque supongo que es normal, las características de cada familia de vampiros es mejor que permanezca entre los suyos y que no todos tengan acceso a esa información. El conocimiento es poder.

Hice un ademán con la mano para estar importancia a sus palabras.
-No creas que todo es taaan secreto como dicen. No al menos si sabes buscar o que estés realmente interesada en obtener la información. No, no están extintos. Están ocultos, como es muy lógico. Los baali saben perfectamente que de revelar su identidad serían eliminados. Y bueno, tanto como culto... Son diabolistas y hacen tratos con demonios. Pero porque obtienen bastantes beneficios.

Ella sonrió, maliciosamente.
-Precisamente, a eso me refería con lo "realmente interesada". Todo depende de eso, y si de verdad lo deseas, no hay límites. No sé trata de ir pidiendo la información amablemente, se trata de conseguirla. Nuestra especie no sería lo que es sin su conocimiento y su historia. Pero debes de quererlo realmente. Mentir por ella, robar por ella, traicionar y hasta matar por ella. Si de verdad lo quieres, lo obtienes. Tu único impedimento eres tú misma.

Ella asintió, mientras se levantaba de un saltito para despedirse.
-Ha sido un placer, madmasoille. -musitó, con una reverencia. -Espero que tenga una apacible y entretenida velada. No creo que vuelva muy pronto a casa esta noche.
-comentó, de forma pícara.